Andrés Héctor Lerena Acevedo

  • Llega un viento salobre. Leve arrebol
    ruboriza las nubes, níveas y puras,
    donde duermen las diosas de albas cinturas.
    Como una lona náutica se anuncia el sol.

    Las olas espumosas, veloz cuadriga,
    se encabritan hinchando sus pechos de oro,
    y hace chasquear el...

  • Muere el sol. Los pesqueros sobre sí se repliegan.
    El mar vinoso y áspero yergue su crin bravía.
    Y ellos, graves, indagan la móvil lejanía
    del ponto levantisco... ¡y las barcas no llegan!

    Las cabañas desiertas en la playa aldeana
    demacradas, se agrupan, como...

  • ¡Santa convalecencia del alma, en las campiñas,
    entre las madroñeras y el verde de las viñas!
    El corazón romántico, perfumado de olvido,
    lanza al rústico viento su rítmico latido,
    y, sonoro, revive su muerta mocedad
    en la paz milagrosa de la fresca heredad.

    ...

  • ¡Oh el mar aventurero, indómito y fluctuante,
    altivo como el viento, como el pájaro errante!
    Fuente inmortal de ideales, su alma limpia y cantora,
    llena de azules voces la esbelta cantimplora
    que a la luz matinal sorbe, alegre, el barquero,
    y exalta el desvarío del...

  • ¡Oh las místicas tardes en que sueño a tu lado,
    cuando tus manos trémulas despiertan el teclado!
    Y en la estancia impregnada de aromas ancestrales,
    las notas se remontan, como aves otoñales,
    buscando, en la penumbra, los abiertos vitrales.

    En la paz de las horas...

  • Por el camino blanco marchan contritos
    los monjes centenarios de la abadía,
    meditando breviarios... Al irse el día,
    por el camino blanco marchan contritos
    en larga caravana, trágica y pía.

    Barbas pontificales, barbas de plata,
    idealizan sus férvidos rostros...

  • Es la alta noche. Un denso recogimiento oprime
    el huerto monacal, silenciario y sublime.
    Vela, insomne, el convento. En su quietud interna
    suena el chasquear metálico de la vieja cisterna,
    mientras sienten los muros, ornados de vestiglos,
    en su carne de piedra la...

  • En el sereno parque vela el viejo cuadrante.
    Todo es quietud en torno. La libélula errante,
    la abeja de áureos élitros, la oruga y el gusano,
    como bajo el influjo de un señorío arcano
    extáticos se arroban ante su potestad.
    El cuenta el Tiempo eterno, sin límite ni...

  • Vive alegre su vida, humilde el corazón,
    bajo la albura intacta de un santo escapulario,
    sintiendo el goce místico de la maceración,
    en el convento en ruinas, viejo y estacionario.

    En la quietud beatífica duerme la hora impávida
    cantada por el bronce de un campanil...

  • Ya se alzan los pájaros, tiéndeme la mano.
    Nos iremos, juntos, tras el sol lejano;
    nos iremos, juntos, cuando el bosque cante,
    trémulos los labios, el pecho anhelante,
    oyendo el albogue de los hontanares...
    Serán tus penares mis viejos penares,
    serán tus...