De vista y muy de pasada
nos conocemos los dos,
y la tuya, vive Dios,
no es vista para olvidada.
Mas tú verás, si me escuchas
con la atención que te pido,
que el no habernos conocido
tiene ventajas, y muchas.
¡Cuánta alabanza podemos
decir recíprocamente
de los dos..., precisamente
porque no nos conocemos!
Tú dirás que...