• Crié una paloma hermosa,
    mi esperanza y mi ilusión,
    mas, ella huyó veleidosa...
    ¡ay, paloma...! ¡ay, corazón...!


    Palomita de mi huerto,
    de ojos de dulce mirar,
    ¿conque es cierto, conque es cierto
    que huiste del palomar...?

    Yo formé del pecho mío
    un nido, para ti, fiel,
    y ahora lo dejas vacío...

  • ¡Qué de cantos se principian
    para no ser terminados,
    porque se entristece el alma
    y el corazón desmayado
    las alas pliega, cual madre
    que agotó todo su llanto!
    Tú lo entiendes, lo has sentido,
    y dices muy bien, hermano:
    «Son como telas de araña
    esos inconclusos cantos».

    He visto a ese insecto humilde
    comenzar con entusiasmo...

  • -En ti tan sólo pienso,
    sólo por ti suspiro;
    te sueño cada noche:
    ¡yo te amo, dueño mío!

    -¡Calla, niña, no lo oigan
    a muerte o el olvido!
    ¡Calla! ¡Lo sepan sólo
    tu corazón y el mío!...

  • I

    Apenados, sollozantes,
    Ella y Él, no muy distantes
    de hinojos, junto al altar,
    están rezando anhelantes
    a la Virgen del Pilar.

    Mas, quién al verlos creyera,
    que tan contrapuesto fuera
    lo que cada uno le pide;
    Él pide que Ella le quiera
    y Ella pide que Él la olvide.

    Y es que el buen mancebo adora
    con pasión a...

  • ¿Quién es aquel que tétrico
    y solitario vive
    en las riberas áridas
    de ese desierto mar,
    y que con mano trémula
    sobre la arena escribe?
    ¿Por qué le miro pálido
    alguna vez llorar?

    Es él, poeta lírico
    de corazón ardiente,
    que sueña con las sílfides
    y vive del amor;
    y un día y otro inspírase
    en su castalia fuente:...

  • Tendido sobre una roca,
    orillas del Macará,
    caída el ala del sombrero,
    melancólica la faz,
    macilento y pensativo
    un bello joven está,
    que, así le dice a un correo
    de Cuenca, lleno de afán:
    -Correo que vas y vuelves
    por caminos del Azuay,
    a donde triste y proscrito
    ya no he de volver jamás;
    di ¿qué viste de mi Cuenca
    ...

  • -Escribanillo, di, ¿qué
    escribes sobre las aguas?
    -¡Ay, niña, estoy dando fe
    del juramento que acaba
    de hacerte el joven que aquí
    te espera tarde y mañana!
    -¿Es posible? Pero allí
    yo no veo escrito nada.
    -Así no verás, Leonor,
    que él te cumpla su palabra;
    pues las promesas de amor,
    ¡son cual firmas en el agua!

  • Corazón enfermo
    y alma amante y sola,
    si cantar pudiera:
    ¡Ya tengo mi novia!...
    ¡Qué triste la vida,
    qué lentas congojas
    sin unos amores,
    sin una paloma!
    Cualquiera, a los veinte,
    vive en la memoria
    de una rubiecita
    cándida y hermosa;
    y recibe flores,
    y devuelve trovas,
    y ama, si es amado;
    si no, canta y...

  • ¿Qué he perdido? ¡Mi lengua se resiste
    a pronunciar el adorado nombre!
    Corazón, ¿qué perdiste?
    -Lo que más dulce en la pasión existe,
    Señor, lo más querido para el hombre:
    ¡Una alma! ¡Esa alma tuya que me diste!

  • ¡Me asusto de mí mismo!
    ¡Yo quisiera esconderme en un abismo
    más profundo que el mar!
    ¿La fosa, el polvo inerte?...
    ¡Mi muerte no es remedio de su muerte;
    ansío más, aún más!

    Mi mal imponderable
    pide de amor un piélago insondable;
    pero éste, ¿en dónde está?...
    ¡Me arrastro, casi muerto,
    en tu costado, por mi dicha, abierto,
    ...