Corazón enfermo
y alma amante y sola,
si cantar pudiera:
¡Ya tengo mi novia!...
¡Qué triste la vida,
qué lentas congojas
sin unos amores,
sin una paloma!
Cualquiera, a los veinte,
vive en la memoria
de una rubiecita
cándida y hermosa;
y recibe flores,
y devuelve trovas,
y ama, si es amado;
si no, canta y llora.
Y yo, sin ventura,
sin ser una roca,
sino un vatecillo
que sueña y adora,
vivo que me muero,
soñando en la gloria.
¿Dónde hallaré un alma,
cual la mía, sola,
y las dos se encuentren
como dos palomas?
¡Si en vez de ser hombre,
yo fuera paloma,
ya un nido tuviera,
ya tuviera esposa!
¡Late, pecho mío!
¡Oh alma soñadora,
ya estás en el cielo,
ya vino la novia!
¿Quién más linda que ella?
¿Quién como mi Dora?
Aún no abre el capullo
mi abrileña rosa.
Ni las auras sepan
¡silencio, alma loca,
que ya como a mía
la adoro a mis solas!