• Por la tarde calurosa
    Anarda vino a bañarse,
    Que esto de echarse a las aguas
    Es muy del Sol por la tarde.

    Desnudóse, y vióse ornada,
    Porque es en mejor alarde
    Rico adorno una hermosura,
    Hermosa gala un donaire.

    A un tiempo humilde, y soberbio,
    Queda el cristal del estanque,
    Humilde, por excederse,
    Soberbio, por ocuparse;

    ...
  • Tules de nieblas sobre las campañas
    velaban los contornos de la quinta
    y ascendía, en la tarde de aúrea tinta,
    la égloga suspirante de las cañas.

    Desenrrollaba su monstruosa cinta
    la negra procesión de las montañas
    y evocaba el temblor de tus pestañas
    nuestra felicidad por siempre extinta.

    Entre las sombras, un gemir de esquilas
    anunciaba...

  • En la indiferencia silente del atardecer pampeano, un vasco canta.

    Recuerda cuestas y pendientes rocosas y valles quietos o aldeas pueriles.

    La voz es mala, el afinamiento orillea. El ritmo de la guadaña descogota la canción, a cada cadencia ondulosa, que nada es, en la indiferencia llana del atardecer pampeano.

    Las ovejas balan volviendo al encierro, el vasco...

  • Tarde lluviosa en gris cansado,
    y sigue el caminar.
    Los árboles marchitos.
    Mi cuarto, solitario.
    Y los retratos viejos
    y el libro sin cortar...

    Chorrea la tristeza por los muebles
    y por mi alma. Quizá,
    no tenga para mí Naturaleza
    el pecho de cristal.

    Y me duele la carne del corazón
    y la carne del alma. Y al hablar,
    se...

  • Es la tarde gris y triste.
    Viste el mar de terciopelo
    y el cielo profundo viste
    de duelo.

    Del abismo se levanta
    la queja amarga y sonora.
    La onda, cuando el viento canta
    llora.

    Los violines de la bruma
    saludan al sol que muere.
    Salmodia la blanca espuma:
    miserere.

    La armonía el cielo inunda,
    y la brisa...

  • Sobre el campo el agua mustia
    cae fina, grácil, leve;
    con el agua cae angustia;
    llueve...
     
    Y pues solo en amplia pieza
    yazgo en cama, yazgo enfermo,
    para espantar la tristeza,
    duermo.
     
    Pero el agua ha lloriqueado
    junto a mí, cansada, leve;
    despierto sobresaltado;
    llueve...
     
    Entonces, muerto de angustia...

  • Todo nos llega tarde... ¡hasta la muerte!
    Nunca se satisface ni alcanza
    la dulce posesión de una esperanza
    cuando el deseo acósanos más fuerte.

    Todo puede llegar: pero se advierte
    que todo llega tarde: la bonanza,
    después de la tragedia: la alabanza
    cuando ya está la inspiración inerte.

    La justicia nos muestra su balanza
    cuando su siglos...

  • Comenzaba el otoño. El sol caía
    como broquel de fuego tras la espalda
    del áspera montaña. Una alquería

    blanca, del cerro en la aromosa falda,
    era mi albergue, que ceñían en torno
    un huerto al pie y dos parras por guirnalda.

    Los que engendró en la fiebre del bochorno
    agrios frutos la tierra, eran a octubre
    miel sazonada y primoroso adorno.

    ...