- I -
Seis años ya que el alma de mi alma
en la triste postrera despedida
me dijo su adiós tierno.
¿Por qué, infiel corazón, lates en calma?
¿Por qué, cuando es eterna la partida,
no es el dolor eterno?

- II -
Y eterno es mi dolor, que aún el...

Con motivo de la muerte de su hija Eufemia, niña de tres años

No desesperada, llores,
así de tu hija la muerte,
ni maldigas de la suerte
los aparentes rigores;
que, siempre que deja un niño
la dura región del suelo,
es porque le lleva al cielo...

¡Ah! nunca vienen las desdichas solas:
siempre la pena sucedió a la pena,
como del mar las incesantes olas,
cual los anillos de una gran cadena.
Flecha tras flecha la Desgracia vibra,
lazo ninguno su furor respeta,
y en el sensible corazón no hay fibra
...

Ora, niña. Cantó ya entre las ruinas
el himno de la tarde el solitario;
y envuelto en sombra el pardo campanario
dio el toque de silencio y oración.
Murió ya el día, se enlutó la tierra;
la golondrina vuelve a su techumbre;
y del ocaso a la rojiza lumbre...

¿Y eres tú Dios? ¿A quién podré quejarme?
inebriado en tu gloria y poderío.
¡ver el dolor que me devora impío
y la mirada de piedad negarme!

Manda alzar otra vez por consolarme
la grave losa del sepulcro frío,
y restituye, oh Dios, al seno mío...

Hermana Marica,
mañana, que es fiesta,
no irás tú a la amiga
ni yo iré a la escuela.

Pondráste el corpiño,
y la saya buena,
cabezón labrado,
toca y albanega;

y a mí me pondrán
mi camisa nueva,
sayo de...

¿Quién eres tú, celeste criatura,
que descansas el vuelo
sobre la cárcel del linaje humano,
para abrir una fuente de ternura
y una puerta del cielo
donde se posa tu bendita mano?

¿Quién eres tú, que oras
junto al desierto lecho del que expira?
¿...

Son las diez de la noche; en el cuarto en penumbra
Mi hermana está dormida, las manos sobre el pecho;
Es muy blanca su cara y es muy blanco su lecho,
Como si comprendiera, la luz casi no alumbra.

En el lecho se hunde a modo de los frutos
Rosados, en el hondo...