Medardo Ángel Silva

  • Ya en la otoñal y hermosa alameda
    vuelan los últimos cálices de oro
    y en tus nerviosas pestañas de seda
    queda temblando una lágrima de oro.

    El surtidor su romanza masculla,
    siempre más triste en la noche cercana,
    —Dime, Princesa, la historia que arrulla...

  • Y fue en Versailles, en la dorada fiesta
    —¡oh eglógica pastora deliciosa!—
    que te ofrendé mi amor en una rosa,
    al arrullo sonoro de la orquesta.

    El alma al sueño de la dicha, presta,
    abrevió su existencia dolorosa
    al pronunciar tus labios la amorosa
    ...

  • Lloraba perlas la fonta harmónica
    las dalias descubrían sus sonrojos,
    cuando pasó triunfal y salomónica
    la Emperetriz de los celestes ojos.

    Tornaba en mi divino clavileño
    de una excursión solar hollando abrojos;
    y me sonrió en un éxtasis de ensueño,
    la...

  • Hoy cumpliré veinte años: Amargura sin nombre
    de dejar de ser niño y empezar a ser hombre;
    de razonar con lógica y proceder según
    los Sanchos, profesores del sentido común.

    Me son duros mis años y apenas si son veinte-
    ahora se envejece tan prematuramente;
    se...

  • Ah, no abras la ventana todavía,
    ¡es tan vulgar el sol...! La luz incierta
    conviene tanto a mi melancolía...
    Me fastidia el rumor con que despierta
    la gran ciudad... ¡Es tan vulgar el día...!

    Y ¿para qué la luz...? En la discreta
    penumbra de la alcoba hay...

  • ¡El Día...!
    Y una vez más el vocablo snoro
    hace rodar, sobre la faz sombría
    de la Noche, la gran lágrima de oro.

    ¡FIAT LUX...! Y la divina algarabía
    que predice las horas bellas
    truena bajo la cúpula dorada
    y apaga con su soplo las últimas estrellas...

  • ¡El duro son de hierro tornaré melodía
    para cantar tus ojos! —violetas luminosas—
    la noche de tu negra cabellera y el día
    de tu sonrisa, pura más que las puras rosas.

    Tú vienes con el alba y con la primavera
    espiritual, con toda la belleza que existe,
    con el...

  • ¡El duro son de hierro tornaré melodía
    para cantar tus ojos! —violetas luminosas—
    la noche de tu negra cabellera y el día
    de tu sonrisa, pura más que las puras rosas.

    Tú vienes con el alba y con la primavera
    espiritual, con toda la belleza que existe,
    con el...

  • Atravesó la obscura galería...
    Al Angelus... llamaban al rosario...
    la religiosa voz del campanario
    vibraba en la quietud de la Abadía.

    En sus manos de nácar oprimía
    el viejo Kempis o el Devocionario...
    La luz de un aceitoso lampadario
    delató su...

  • Dedicado a N.A.G.

    Loco rebelde a las duchas y a las camisas
    de fuerza que se llaman teorías y problemas,
    mi espíritu oye vagas palabras indecisas
    y, con esas palabras, suele hacer sus poemas.

    Mi corazón...