Julio Flórez

  • Sentado en una piedra del camino,
    y como presa de pesar tremendo,
    una tarde cantaba un peregrino
    una canción... que me quedó doliendo.

    Una canción que el alma me penetra
    como un escalofrío, una balada
    rebosante de hiel: triste es su letra,
    pero es...

  • Entre las hojas de laurel marchitas
    de la corona vieja
    que en lo alto de mi lecho suspendida
    un triunfo no alcanzado me recuerda,

    una araña ha formado
    su lóbrega vivienda
    con hilos tembladores
    más blandos que la seda,
    donde aguarda las moscas...

  • Cuentan que un rey soberbio y corrompido
    cerca del mar, con su conciencia a solas,
    sobre la playa se quedó dormido;
    y agregan que aquel mar lanzó un rugido
    y sepultó al infame entre sus olas!

    Hoy, bien hacéis ¡oh déspotas del mundo!
    en estar con los ojos...

  • Ruge el mar, se encrespa y se agiganta;
    la luna, ave de luz, prepara el vuelo
    y en el momento en que la faz levanta,
    da un beso al mar, y se remonta al cielo.

    Y aquel monstruo indomable, que respira
    tempestades, y sube y baja y crece,
    al sentir aquel ósculo...

  • Huyeron las golondrinas
    de tus alegres balcones;
    ya en la selva no hay canciones
    sino lluvias y neblinas.

    Me dan pesar sus espinas
    sólo porque a otras regiones
    huyeron las golondrinas
    de tus alegres balcones.

    Insondables aflicciones
    se...

  • Hermosa y sana, en el pasado estío,
    murmuraba en mi oído, sin espanto:
    "Yo quisiera morirme, amado mío;
    más que el mundo me gusta el camposanto".

    Y de fiebre voraz bajo el imperio,
    moribunda ayer tarde, me decía:
    "No me dejes llevar al cementerio...
    Yo...

  • ¡Vibras, rayo! La muerte va contigo:
    tronchas el árbol y huye tu reflejo;
    las aves lloran al frondoso amigo;
    ¿cómo no han de llorar al árbol viejo
    que les dio sombra y bienestar y abrigo?

    Salta el rayo en la nube! Alfanje de oro,
    raja el ámbito negro y...

  • Fuë en tiempo de borrascas, en una selva oscura
    bajo una vieja acacia, somnífera y hojosa;
    tus grandes ojos verdes sufrían la tortura
    quemante de los besos de mi boca golosa:
    Tus ojos, impregnados de miedo y de ternura,
    tus ojos, esmeraldas que me robó la fosa!...

  • Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
    y en el fondo de esta alma que ya no alegras,
    entre polvos de ensueños y de ilusiones
    yacen entumecidas mis flores negras.

    Ellas son el recuerdo de aquellas horas
    en que presa en mis brazos te adormecías,
    mientras yo...

  • En el nuevo jardín de mis amores
    y entre sus laberintos más espesos,
    enojos dando a pudibundas flores,
    con vivos y purpúreos resplandores,
    se abrió el rojo capullo de los besos.

    Y aquellas flores castas: las ternuras,
    las confidencias, al...