Soledad deliciosa, bosque umbrío
¡ay, cómo en tu retiro busco en vano
alivio al inmortal quebranto mío!
Me hirió de Amor la poderosa mano,
de Amor la flecha aguda envenenada
que contra mí lanzara el inhumano.
¡Oh mil veces feliz edad dorada
en que fue la ternura y la firmeza
del constante amador siempre premiada!
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