• ¡O Eva soberbia, quanto bien perdiste!
    ¡Ó humilde Eva, quanto bien ganaste!
    Tú la gracia y la vida nos quitaste:
    tú la vida y la gracia nos volviste;
    la cólera de Dios tú enardeciste:
    la coléra de Dios tú la aplacaste;
    tú al hombre de su Dios le dividiste:
    tú con su Dios al hombre le juntaste;
    tú á Dios de amigo hicistes enemigos:
    tú le...

  • Palacio, buen amigo,
    ¿está la primavera
    vistiendo ya las ramas de los chopos
    del río y los caminos? En la estepa
    del alto Duero, Primavera tarda,
    ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
    ¿Tienen los viejos olmos
    algunas hojas nuevas?
    Aun las acacias estarán desnudas
    y nevados los montes de las sierras.
    ¡Oh mole del Moncayo blanca...

  • Cuando la griega juventud volaba
    al campo de la gloria,
    y al macedón guerrero arrebataba
    el sangriento laurel de la victoria:
    ¿quién a blandir la fulminante lanza
    robusteció su brazo?
    En el estrago de feroz matanza
    ¿quién su pecho alentó, quién, sino el fuego
    del entusiasmo ardiente
    que corrió en viva llama por sus venas,
    cuando...


  • Vergine Madre, figlia del tuo Figlio,
    umil ed alta piu che creatura,
    termine fisso deterno consiglio,
    Tu se'colei che l'umana natura
    nobilitasti sí che'l suo Fattore
    non disdegnó di farsi sua fattura.

    (Dante, Paradiso, canto 33)

    Esposa casta, Virgen sin mancilla,
    augusta madre e hija de...

  • ¡Salve, divina emperatriz del cielo,
            Como la gracia pura,
    Mística luz de paz y de consuelo,
            Tesoro de hermosura!

    ¡Salve, limpio fanal resplandeciente
            De donde el sol fecundo
    Toma su luz para lanzarla ardiente
            Al adormido mundo!

    ¡Salve otra vez! ¡mil veces salve, oh fruto
            Del grande pensamiento...

  • Al pronunciar tu nombre, hija querida,
    puros están mis labios y mi alma,
    pasadas las tormentas de la vida
    miro ya al Cielo con serena calma.
    De cuanto amé y creí con fe y empeño
    sólo dos cosas en mi pecho abrigo:
    mi amor al bien, que fue mi primer sueño,
    mi amor a ti, que morirá contigo.
    Rendido alguna vez, jamás postrado,
    crucé del mundo...

  • Ora, niña. Cantó ya entre las ruinas
    el himno de la tarde el solitario;
    y envuelto en sombra el pardo campanario
    dio el toque de silencio y oración.
    Murió ya el día, se enlutó la tierra;
    la golondrina vuelve a su techumbre;
    y del ocaso a la rojiza lumbre
    se recoge devoto el corazón.

    Todos rezan: los niños dulcemente
    con la envidiable fe...