• I

    Mucho más alto que los anchos valles,
    honda vivienda de la grey humana,
    mucho más alto que las altas torres
    con que los hombres a los siglos hablan;
    mucho más alto que la cumbre arbórea,
    llena de luz, de la colina plácida;
    mucho más alto que la alondra alegre
    cuando en los aires la alborada canta,
    mucho más alto que la línea oscura...

  • I
    Dime coplas, musa mía.
    ¿Me las niegas por vulgares?
    ¿Me reprendes la osadía
    de que en coplas populares
    quiera cantar a María?

    ¿Murmuras avergonzada
    porque en la ruda tonada
    de esta mortal criatura
    no cabe la gran figura
    de María Inmaculada?

    ¡Bien lo sé yo, musa mía!
    El gran himno de María
    no lo rima ni lo canta...

  • Te invito desde el destierro.
    Sin despecho, sin rencores.
    En este risueño encierro,
    hospital de mis dolores,
    estoy cantando el entierro
    de nuestros muertos amores.

    ¡Prevista estaba la suerte!
    Inquietos y casquivanos,
    y puestos entre tus manos,
    murieron de mala muerte,
    que no hay cosa menos fuerte
    que unos amores livianos.

    ...
  • I

    ¡Pobrecita madre!
    ¡Se murió solita!
    Cuando vino el cabrero a la choza
    con la cabra «Galana» parida
    y el trémulo chivo
    sin lamer ni atetar todavía,
    vio a la madre muerta
    y a la niña viva.
    Sobre un borriquillo,
    sobre una angarilla
    de las del aprisco,
    se llevaron la muerta querida
    y él se quedó solo,
    solo con...

  • I

    El padre es un tosco
    labriego fornido,
    áspero y velludo
    gigante broncíneo.
    ¡La madre, una hembra
    con hombrunos bríos,
    desgarradas formas,
    groseros aliños!
    ¡Y ved el misterio!...
    La niña ha nacido
    pequeñita y blanca
    como flor de espino.
    ¡La teta es tan grande
    como el angelito!
    Parecen el bronce
    y...

  • Lejos, bastante lejos,
    del pueblo mío,
    encerrado en un monte
    triste y sombrío,
    hay un valle tan lindo
    que no hay quien halle
    un valle tan ameno
    como aquel valle.

    Entre sus arboledas,
    por la espesura
    solitaria y tranquila,
    corre y murmura
    una fuente tranquilina
    y bullanguera,
    a que dieron por nombre
    ...

  • I

    Era un día crudo y turbio de febrero
    que las sierras azotaba
    con el látigo iracundo
    de los vientos y las aguas...
    Unos vientos que pasaban restallando
    las silbantes finas alas...
    Unos turbios, desatados aguaceros,
    cuyas gotas aceradas
    descendían de los cielos como flechas
    y corrían por la tierra como lágrimas.
    Como bajan de...

  • Cuando pueda arrancar de los infiernos
    legiones de cariátides humanas,
    cuando pueda traer de los edenes
    almas de luz con luz apacentadas;
    cuando sepa sondear el de los réprobos
    infame corazón, lleno de llagas;
    cuando sepa sentir el de los ángeles
    sentir divino de purezas diáfanas...

    Cuando aprenda un idioma no creado
    para la grey humana,...

  • Cuando pasa el Nazareno
    de la túnica morada,
    con la frente ensangrentada,
    la mirada del Dios bueno
    y la soga al cuello echada,

    el pecado me tortura,
    las entrañas se me anegan
    en torrentes de amargura,
    y las lágrimas me ciegan,
    y me hiere la ternura...

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Yo he nacido en esos llanos
    ...

  • Con la canana llena
    de municiones,
    y el morral atestado
    de provisiones,
    la escopeta brillante
    como unas ascuas,
    el Coral tan alegre
    como unas Pascuas,
    la petaca bien llena
    de cigarrillos
    y las manos metidas
    en los bolsillos,
    salíme ayer al coto
    muy de mañana,
    dispuesto a no dejarme
    tórtola sana,
    ni...