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Desdenes, que el amor de acíbar llena,
destierran de tu margen, blanco río,
a quien sin duda fue cisne en la pena,
pues la supo llorar sonoro y pío.
Pero si quieres hoy verle en tu arena,
deja las ovas del retrete umbrío
que por último vale a tus orejas,
invía estas palabras y estas quejas.
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