¡Oh las místicas tardes en que sueño a tu lado,
cuando tus manos trémulas despiertan el teclado!
Y en la estancia impregnada de aromas ancestrales,
las notas se remontan, como aves otoñales,
buscando, en la penumbra, los abiertos vitrales.
En la paz de las horas liberta el viejo clave,
ideales ignorados, con su embrujada llave.
Nuestras almas herméticas transfunden sus tesoros,
sus olíbanos íntimos, sus seculares oros,
bajo el imperio extraño de loa ritmos sonoro".
Al levantarse aéreas las límpidas escalas
vuelan, también, los sueños cual si tuvieran alas.
Y, al igual de las viejas estampas medioevales,
en la página intacta de los vientos pradales,
diseña un ave errante nuestras dos iniciales.
Sobre el poniente exangüe, escueto en su abstinencia,
ora un ciprés en éxtasis, haciendo penitencia.
Trascienden tus ojeras a divinos manzanos...
Las primeras estrellas se posan en tus manos
que tienen el aroma de los siglos lejanos.
¡Oh las místicas tardes en que sueño a tu lado,
cuando tus manos trémulas despiertan el teclado,
y de la estancia llena de unciones ancestrales,
nuestras almas, unidas, cual palomas nupciales,
se van al cielo virgen que azula los vitrales!