• Mi mujer está muerta, ¡soy libre!
    Puedo, pues, beber hasta el hartazgo.
    Cuando regresaba sin un sueldo,
    Sus gritos me desgarraban los nervios.

    Tanto como un rey soy dichoso;
    El aire es puro, el cielo admirable...
    ¡Teníamos un verano semejante
    Cuando me enamoré!

    La horrible sed que me desgarra
    Tendría necesidad para saciarse
    De tanto...

  • La mirada singular de una mujer galante
    Que se desliza hacia nosotros como el rayo blanco
    Que la luna ondulante envía al lago tembloroso,
    Cuando en él quiere bañar su belleza indolente;

    El último escudo de la talega en los dedos de un jugador;
    Un beso libertino de la flaca Adelina;
    Los sones de una música enervante y mimosa,
    Semejante al grito lejano...

  • Madre la selva canta,
    y canta el bosque y canta la llanura,
    y el roble que a las nubes se levanta,
    y la flor que se dobla en la espesura,
    y canta y juega el viento en el camino,
    y en el rubio trigal las amapolas,
    y en el cauce el arrollo cristalino,
    y los troncos, los tallos, las corolas,
    la tierra, el cielo azul, la mar gigante
    y las...

  • Un convento ejemplar benedictino

    a grave aflicción vino

    porque en él se soltó con ciega furia

    el demonio tenaz de la lujuria,

    de modo que en tres pies continuamente

    estaba aquel rebaño penitente.

    Al principio, callando con prudencia,

    hacía cada monje la experiencia

    de sujetar con mortificaciones

    las fuertes tentaciones.

    No...

  • Al matinal
    cielo de añil,
    desde el pensil
    lanza el zorzal,
    silbo viril,
    loa jovial,
    que rompe el tul
    inmaterial
    del alba azul
    y angelical.

    Largo arrebol
    dilata el sol
    por el tapial
    de aquel vergel,
    donde rival
    más claro que él,
    trina, genial,
    cantas, sutil,
    pueril zorzal,
    zorzal...

  • ¡Cuán penetrante es el final del día en otoño! ¡Ay! ¡Penetrante hasta el dolor! Pues hay en él ciertas sensaciones deliciosas, no por vagas menos intensas; y no hay punta más acerada que la de lo infinito.

    ¡Delicia grande la de ahogar la mirada en lo inmenso del cielo y del mar! ¡Soledad, silencio, castidad incomparable de lo cerúleo! Una vela chica, temblorosa en el horizonte,...

  • A un alcalde de corte a presentarse

    fue una mujer, diciendo iba a quejarse

    de que el débito santo la mermaba

    su marido y jamás la contentaba.

    El alcalde mandó que al otro día

    ante su señoría

    los dos se presentasen en la audiencia,

    donde recibirían su sentencia;

    y, después de cenar, de sobremesa

    refirió a la alcaldesa

    la...

  • ANGEL de blancas alas,
    De plácidos ensueños mensajero,
    Que abandonando las etéreas salas
            Desciendes á la tierra
    Á velar cabe el lecho de la virgen,
            En cuyo seno encierra,
            Como en vaso de oro,
    La virtud su purísimo tesoro.

    Tiende tu manto de sin par blancura,
            Que derrame tu labio
    Tu aliento alhagador,...

  • Dios hizo el mundo; con su voz divina
    del caos lo sacó,
    y admirando su obra peregrina
    se dice que la amó.

    Su grandioso querer cumplido estaba
    magnífico, inmortal;
    pero amante, colmar aun le faltaba
    su afecto celestial.

    Y ante el dulce mirar de su ternura
    la esfera se extasió,
    y el ángel de la luz y la hermosura
    en luna se...

  • Radioso un ángel del cielo
    Sobre una cuna inclinado
    Mirábase retratado
    Como en límpido arroyuelo.

    "¡Vén —dice— inocente niño!
    No eres para el mundo, no;
    Somos iguales, y yo
    Te ofrezco y pido cariño.

    "Nunca el alma en lo terreno
    Halló cumplida ventura:
    Tiene la miel su amargura
    Y las flores su veneno.

    "Nadie con...