¡Oh dulce y triste presente!
¡Oh más preciado reloj,
que si fúlgidos diamantes
te ornaran en derredor!
Dulce eres por las queridas
manos de que fuiste don,
y el sincero y puro afecto
que a las mías te ofreció!
Y eres triste porque mides
a mi pena y mi dolor
las pausadísimas horas
que lejos pasando voy
de los que a mí te...
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Con gemido tan doliente
rompes la nocturna calina,
cual si tuvieras un alma
que al par de la nuestra siente;
el griego mito no en vano
te fingió infeliz doncella,
pues en verdad tu querella
lamento parece humano.
Y, aunque tu idioma no entiendo,
harto conocer se deja
que es sentidísima queja
esa que estás repitiendo.
En... -
Tú que marcas con sangre tu camino,
beato tigre, loco sanguinario,
Nerón cristiano, místico asesino,
que envuelves el puñal con el rosario:
tú que, el pan recibiendo que convierte
en el cuerpo de Dios el sacerdote,
a dar horrible dilatada muerte
sales, armado del sonante azote:
tú que, después del celestial sustento
que la muerte te da, si... -
Tu existir agitado y vagabundo
recuerda nuestro frágil existir:
todos somos viajeros en el mundo,
todos andamos por llegar al fin.
Pero a veces retorna el marinero
al duce puerto que le vio pasar;
mas ¡ay! el hombre, mísero viajero,
a las playas que amó no volverá.
Nadie puede pararse en el camino,
porque es preciso eternamente andar:... -
Bajan sobre mis dolores
tus palabras de consuelo,
como el rocío del cielo
sobre las marchitas flores.
Y mis tormentos suaviza
tu plática consolante,
como adormece al infante
el canto de la nodriza.
¡Ah! no calle todavía
tu süave voz piadosa,
que en blando sueño reposa
al oírte el alma mía.
En dormida mar serena
ir me... -
¿Qué castaña madeja, negra, o de oro,
loor merece de tan rica y luenga,
que justa envidia a tu beldad no tenga,
cabellera feliz de la que adoro?
Ya desatada caigas, y el pequeño
pie besando a tu dueño,
toda la cubras como regio manto,
y tu dorada seda que envilece
la que el gusano artífice nos hila
el aura desordene juguetona;
ora su... -
¡Cómo hasta el alma me llega
mirar el llanto tenaz
con que tu pupila ciega
silenciosamente riega
lo marchito de tu faz!
Para la vista y el llanto,
mezclando el mal con el bien,
ojos nos dio el cielo santo:
mas ¡ay! tus ojos no ven,
¡ellos que lloraron tanto!
Fuentes de mar encendido,
muertos a luz y color,
vanos son para... -
Un tiempo, oh insigne espada,
en defensa del honor
y la libertad sagrada,
te esgrimió el mismo Valor
con mano jamás domada.
Desde tu primer ensayo,
fuiste por siniestra lumbre
relámpago que desmayo
dio a la opuesta muchedumbre,
y al herir certero rayo.
Desde el ocaso a la aurora
celebrada por do quiera,
Iberia tus danos... -
Mudanza tú no conoces,
joven siempre y siempre bella;
ni en ti la más leve huella
dejan los años veloces.
Como en mi infancia la vi,
contemplo tu beldad hoy,
cuando del tiempo ya estoy
mostrando la injuria en mí,
Que de beldad tan divina
aún el Tiempo se prendó,
y dijo: «No quiero yo
causar tu lenta rüina.
Condena la cruda... -
Hermosísima reina del sarao,
con quien apareciera menos bella
la esposa desleal de Menelao,
como al rayo del sol la última estrella;
¡Ay! que mañana voladora nao,
mientras imprima aún su leve huella
en la blanda almohada tu mejilla,
me apartará por siempre de esta orilla.
¡Dichosa danza que tu talle estrecho
enlazar con na brazo me...