A tres leguas de un puerto bullente
que a desbordes y grescas anima,
y al que a un tiempo la gloria y el clima
adornan de palmas la frente,
hay un agrio breñal, y en la cima
de un alcor un casucho acubado,
que de lejos diviso a menudo,
y rindiéndose apoya un costado
en el tronco de un mango copudo.
Distante, la choza resulta montera...