Ante una calle vil y escueta,
al núcleo de una encrucijada,
San Martín yergue su silueta
torpe, blanquizca y desconchada.
Como unas lenguas parlanchinas,
rompen sus címbalos volteantes
serenidades matutinas
con carrillones atronantes.
Ante una calle vil y escueta, Como unas lenguas parlanchinas, |
La cúpula del Escorial, bajo el bautismo Tartamudea el esquilón en la espadaña... |
A Schopenhauer, el huraño, Había muerto el profesor y en aquella... |
Besa la niebla de las madrugadas ¡Silencio matinal! Nada me turbe |
Por la siena turbia de los mondos llanos, Los grises capotes, los cascos bruñidos, |
Un frío domingo antipático Fue en la Castellana elegante, ... |
Eres bella y elegante Brotan lujuriosas luces |
Nietzsche, tu jerigonza parabólica La vida es triste. Es un festín de heces. |
Este noble deleite de sudar y esforzarme |
Tiene su pelo raros destellos Es juglaresa de las aldeas; |