• [45] Dolor Tyrannus.

    Und Dolor Tyrannus also sprach:
    „Ihr lieben Aerzte, gemach, gemach,
    Immer enger wollt Ihr mich umziehn
    Mit Opium, Morphium, Cocaïn,
    5 Immer reicher stellt sich Euch zur Wahl
    Aether,...

  • Hiere, hiere, ¡oh Dolor! He, aquí desnudo
    mi inerme pecho: el protector escudo
    que en otro tiempo rechazó tus dardos,
    roto en pedazos estalló a tus golpes,
    y contra ti ya nada me defiende.
    ¡A ti me entrego en mi fatal despecho!
    Hiere, pues, rompe, hiende,
    destroza sin piedad mi inerme pecho.
    Pero sabe, oh Dolor, que, aunque rendido,
    a ti me...

  • Con motivo de una fiesta celebrada en su
        estancia en honor de su nietita
                 Marta Etchepare

      Jué al ñudo, Dotor, su envite;
    Conformesé con mi ausencia,
    La gambeta no me almite.
    Pa mi gusto hubo palpite
    En esa risolución;
    Dios que es de güen corazón,
    Le tocó al Juez en el mate
    Pa que entre tanto...

  • El Uno te ilumina con su ardor,
    El otro en ti te pone su duelo, ¡Natura!
    El que dice a uno: ¡Sepultura!
    Dice al otro: ¡Vida y esplendor!

    Hermes desconocido que me asistes
    Y que siempre me intimidas,
    Tú me haces al igual de Midas,
    El más triste de los alquimistas;

    Por ti yo cambio el oro en hierro
    Y el paraíso en infierno;
    En el...

  • Sólo la voz de mis gemidos suena
    madre del corazón, en la morada
    ayer no más de tu presencia llena,
    y hoy sola y taciturna y enlutada.
    Ayer no más la henchía de contento
    el son más regalado a nuestro oído
    la música divina de tu acento
    por cuatro corazones repetido.
    Ayer no más de tu ¡mansión doliente
    las estancias desiertas y calladas...

  •  El negro manto que la noche umbría
    Tiende en el mundo a descansar convida,
    Su cuerpo extiende ya en la tierra fría
    Cansado el pobre y su dolor olvida.

     También el rico en su mullida cama
    Duerme soñando avaro sus riquezas,
    Duerme el guerrero y en su...

  • A don Juan Valera

     

     Rugió la tempestad; y yo, entretanto,
     del monte al pie, la faz sobre la palma
     vertiendo acerbo inextinguible llanto,
     quedé en su pena, adormecida mi alma;
     cuando cesó el sopor de mi quebranto,
     limpio estaba el azul, el viento en calma...
     ¡y con asombro...