• Yo soy el coraquenque ciego
    que mira por la lente de una llaga,
    y que atado está al Globo,
    como a un huaco estupendo que girara.

    Yo soy el llama, a quien tan sólo alcanza
    la necedad hostil a trasquilar
    volutas de clarín,
    volutas de clarín brillantes de asco
    y bronceadas de un viejo yaraví.

    Soy el pichón de cóndor desplumado
    por...

  • Huérfano quedará mi corazón
    Alma del alma, si te vas de ahí,
    Y para siempre lloraré por ti
    Enfermo de amorosa consunción.

    Triste renuncio a las venturas todas
    De tu suave y eterna compañía,
    Hoy que se apaga con la dicha mía,
    El altar que soñé para mis bodas.

    Y el templo aquel de claridad incierta
    Y tú, como las vírgenes vestida,...

  • Por débil y pequeña,
    oh flor de paraíso,
    cabías en el vértice
    del corazón en fiesta que te quiso.

    Salíamos al campo
    y tu cuerpo minúsculo
    se destacaba airoso
    en la grana y el oro del crepúsculo.

    ¡Oh noches enlunadas
    oh provinciana orquesta,
    oh tu alma piadosa!
    ¡Oh mi incansable corazón en fiesta!

    Y una noche moriste...

  • A mi madre y a mis hermanas
    Cuando me sobrevenga
    el cansancio del fin,
    me iré, como la grulla
    del refrán, a mi pueblo,
    a arrodillarme entre
    las rosas de la Plaza,
    los aros de los niños
    y los flecos de seda de los tápalos.

    A arrodillarme en medio
    de una banqueta herbosa,
    cuando sacramentando
    al reloj de la torre,
    de...

  •    I
    Vistió mi juventud oro y brocado.
    En su copa de púrpura embozada,
    la mano sobre el pomo cincelado
    de su sutil y florentina espada,

    la blanca pluma del chambergo al viento,
    al luar de las noches estivales
    bajo la esbelta ojiva de un convento
    mustió sus primeros madrigales.

    Y hubo una faz seráfica y radiosa
    que tras la...

  • Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
    de junco y capulí;
    ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
    la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

    Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
    planchaban en las tardes blancuras por venir;
    ahora, en esta lluvia que me quita
    las ganas de vivir.

    Qué será de su falda de franela; de...

  • ¡Oh las místicas tardes en que sueño a tu lado,
    cuando tus manos trémulas despiertan el teclado!
    Y en la estancia impregnada de aromas ancestrales,
    las notas se remontan, como aves otoñales,
    buscando, en la penumbra, los abiertos vitrales.

    En la paz de las horas liberta el viejo clave,
    ideales ignorados, con su embrujada llave.
    Nuestras almas...

  • La vida mágica se vive entera
    en la mano viril que gesticula
    al evocar el seno o la cadera,
    como la mano de la Trinidad
    teológicamente se atribula
    si el Mundo parvo, que en tres dedos toma,
    se le escapa cual un globo de goma.

    Idolatremos todo padecer,
    gozando en la mirífica mujer.
    Idolatría
    de la expansiva y rutila garganta...

  • Hoja del árbol caída en infancia
    hoja caída de rodillas
    en el centro de su olvido
    dulce juguete de esperanzas y relámpagos
    sangrando la cabeza malherida
    como las ilusiones ópticas
    en su palacio de muerte inolvidable
    constante barco de corazón doliente
    entre naufragio y sombra apresurada.

    Hoja del nudo caído en árbol caído en infancia...

  • ¡Ahí pasa! ¡Llamadla! ¡Es su costado!
    ¡Ahí pasa la muerte por Irún:
    sus pasos de acordeón, su palabrota,
    su metro del tejido que te dije,
    su gramo de aquel peso que he callado ¡si son ellos!

    ¡Llamadla! Daos prisa! Va buscándome en los rifles,
    como que sabe bien dónde la venzo,
    cuál es mi maña grande, mis leyes especiosas, mis códigos terribles....