• Bastante tiempo, oh Rey, la refulgente
    Antorcha de Himeneo ardiste en vano,
    Y un sucesor al Trono inútilmente
    Esperó de tres Reinas el Hispano.
    Sí: salud a Cristina que esplendente
    Vino a partir tu solio soberano;
    Que ella es, Fernando, la que al Trono Ibero
    Dos veces le asegura un heredero.

  •  Nos eres familiar como una cosa
    que fuese nuestra, solamente nuestra;
    familiar en las calles, en los árboles
    que bordean la acera,
    en la alegría bulliciosa y loca
    de los muchachos, en las caras
    de los viejos amigos,
    en las historias íntimas que andan
    de boca en boca por el barrio
    y en...

  • He aquí nuestra vida: ¡de arena un reló!
    En polvo sus horas se ven deslizar,
    Leves ondas que el río conmueve
    Y una a una desata en el mar,
    Que entre dos eternidades,
    Del pasado al porvenir,
    Punto imperceptible
    Marca su existir:
    Tal del joven
    Que brillo
    La vida
    Voló;
    Si,
    Cayó,
    ¡Oh Pena...

  • Ahí yacen y esperan debajo de la tierra,
    muertos que por las noches escuchan una estrella.
    Mas, son millones los astros y en el silencio ruedan.
    Son millones los muertos y en el silencio esperan.

    Ahí yacen.
    Bajo la tierra gime, no acabada,
    endurecida en su último gesto,
    la risa confiada de los niños
    y aquel soldado, Pedro Rojas,
    vivando un...

  • Caídos sí, no muertos, ya postrados titanes,
    están los hombres de resuelto pecho
    sobre las más gloriosas sepulturas:
    las eras de las hierbas y los panes,
    el frondoso barbecho,
    las trincheras oscuras.

    Siempre serán famosas
    estas sangres cubiertas de abriles y de mayos,
    que hacen vibrar las dilatadas fosas
    con su vigor que se decide en rayos...

  • VERSOS LEÍDOS POR LA SEÑORITA AGUSTINA ANDRADE EN EL LICEO DE CONCORDIA

    Tiembla la selva y al cielo envía
    como las notas de una canción,
    nubes de aromas y de armonía,
        blandos suspiros,
        que en dulces giros
        y en ondas mágicas
    vagan del aire por la extensión!

    Valles floridos, rudas colinas,
    gradas gigantes de inmenso altar,...

  • ¡Muchachos...!
    A la quinta Recaeta,
    cada cual con su cometa.
    Ay, que la mía no sube.
    Ay, que sube
    Sube, sube, mi cometa
    y no el viento
    sino mi corazón
    le presta el movimiento.

    ¡Muchachos...!
    Ya no hay quinta Recaeta.
    Y sin embargo... Cada uno
    de nosotros, tenemos una cometa.

    Más allá de los rascacielos
    por...