Los sanos optimismos de mis mejores días,
aquellas soñaciones, perfume de mis años,
se van desvaneciendo con las melancolías
de las desilusiones y de los desengaños.
Jardines florecientes... aromas... luz de luna...
el parque rumoroso teñíase de plata;
los tibios besos de Ella y la tierna risa de una
fontana, desgranaban divina serenata,
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