• (En el cumpleaños de mi padre)

    Verba mea auribus percipe, Domine, intellige clamorem meum.

    Salmo 5

    Señor, por todas partes mi espíritu te encuentra,
    armado de justicia, vestido de poder;
    y cuando más se extiende mi vista, se concentra
    en mi alma el sentimiento de tu indecible ser.

    Te miro en el espacio azul del firmamento...

  •  ¡No te amedrente el ponzoñoso dardo
     de turba vil, que con rencor bastardo
     te provoca y te insulta!; ¡firme lidia!...
     ¡Porque jamás vio el mundo, oh noble bardo,
     fuego sin humo, gloria sin envidia!

  • Como se fue el maestro,
    la luz de esta mañana
    me dijo: Van tres días
    que mi hermano Francisco no trabaja.
    ¿Murió?... Sólo sabemos
    que se nos fue por una senda clara,
    diciéndonos: Hacedme
    un duelo de labores y esperanzas.
    Sed buenos y no más, sed lo que he sido
    entre vosotros: alma.
    Vivid, la vida sigue,
    los muertos mueren y...

  • «Si en la frente del hombre se leyeran
    escritos los afanes de su pecho,
    ¡cuántos que envidia dan, lástima dieran!»

    Esto en algún momento de despecho
    dijo el buen Metastasio en italiano:
    ponerlo en español es lo que he hecho.

    Y con ese terceto que te hilvano
    tus dos primeros contestados dejo;
    ¿me entiendes, Amador? -Vamos al grano.

    No...

  • ¿Y de la tumba en el sagrado seno
    aún te persigue la venganza impía?
    ¡Mas el inicuo, en su odio contra el bueno,
    aún no perdona a su ceniza fría!
    Y los que ayer rieron con tu muerte,
    que fue de un mundo universal lamento,
    hoy no quisieran ni en imagen verte
    de Mayo coronando el monumento.
    Y es razón; que aún en mármol tu semblante,
    como ya...

  • Hay en la vida lágrimas, Mariano,
    que la amistad contempla silenciosa,
    porque enjugarlas intentara en vano.

    Al que las llora en la reciente losa
    de un sepulcro do en flor arrebatada
    la dulce prenda de su amor reposa,

    no con usados pésames le agrada
    ver en el llanto que a sus solas vierte
    la majestad de su dolor turbada.

    ¿Pues quién, mi...

  • Este donquijotesco
    don Miguel de Unamuno, fuerte vasco,
    lleva el arnés grotesco
    y el irrisorio casco
    del buen manchego. Don Miguel camina,
    jinete de quimérica montura,
    metiendo espuela de oro a su locura,
    sin miedo de la lengua que malsina.
    A un pueblo de arrieros,
    lechuzos y tahúres y logreros
    dicta lecciones de caballería....

  • Vuelve a mí la odorífera corola
    y acoge la oblación de mis gorjeos,
    ¡oh tú, la rosa mística, la sola
    flor viva del jardín de mis deseos!

    Tu esencia, en que mi anhelo se sacia,
    es tu cáliz nítido, que adoro,
    gota de miel en ánfora de gracia,
    grano de mirra en incensario de oro.

    A ti van los suspiros y las quejas
    del nostálgico mal que me...

  • «Infeliz enamorado,
    de la ciudad el estruendo
    vengo solitario huyendo
    a este triste despoblado,
    donde tú solo a mi acento
    y alto gemido doliente,
    respondes con balbuciente
    lengua sonora de viento;
    repitiendo la postrera
    sílaba de cuanto digo,
    como invisible testigo,
    que remedándome fuera.
    Y como en su soledad
    ...

  • Labios tienes cual púrpura rojos,
    tez de rosa y de fresco azahar,
    y rasgados dulcísimos ojos
    del color de los cielos y el mar.
    Oro es fino la riza madeja
    que hollar puede el brevísimo pie,
    y flor tierna tu talle semeja
    que temblar al favonio se ve.
    La hija bella del Cisne y de Leda,
    te pudiera envidiar cuerpo tal;
    pero en él más bella...