Ya de la queda el toque reposado
 Anuncia el fin del moribundo día,
Y por la loma el mugidor ganado
 Camina lentamente á la alquería.

El cansado gañán por el...

Poet: Thomas Gray

Yace aquí un mal matrimonio,
Dos cuñadas, suegra y yerno...
No falta sino el demonio
Para estar junto el infierno.
pareados con rima consonante,
¡En sepulcro de escribano
Una estátua de la Fe!...
No la pusieron en vano;
Que afirma lo que no ve....

«A la vista del cementerio, Bebidas.» ¡Muestra singular -díjose nuestro paseante-, pero buena para excitar la sed! De fijo que el dueño de esta taberna sabe apreciar a Horacio y a los poetas discípulos de Epicuro Quizá hasta conoce el profundo refinamiento de los antiguos egipcios, para quien no...

EL ÁRBOL DEL CEMENTERIO

No la tranquilidad de la arboleda
que ofrece sombra fresca y regalada
al remanso, al pastor y la manada
y que paisaje bíblico remeda.

No el suspiro de la ola cuando rueda
a morir en la playa desolada,
ni el morir de la...

Para Carmen Rosa

En el blanco cementerio
fue la cita. Tú viniste
toda dulzura y misterio,
delicadamente triste…

Tu voz fina y temblorosa
se deshojó en el ambiente
como si fuera una rosa
que se muere lentamente…

Íbamos por la avenida...

Poet: Arturo Borja

Cuando todos se alejaron de la blanca tumba aquella,
donde sola, muda y fría
se quedaba ella… ella!...
La adorada muerta mía!

Al ver toda su hermosura
para siempre desligada
de mi vida
y escondida
en la callada
sepultura,

con...

Florecerán las rosas... pero al cierzo
del invierno estarán descoloridas.

Al contemplarlas mustias,
cual enjambre de negras mariposas
se posarán en tu alma
los recuerdos de dichas que ya huyeron,
de muertas ilusiones.

Y evocaras, a solas,
mis...

Decid, oh muertos, ¿quién os puso un día
Así acostados junto al mar sonoro?
¿Comprendía quien fuera que los muertos
Se hastían ya del canto de las aves
Y os han puesto muy cerca de las olas
Porque sintáis del mar azul, el ronco
Bramido que apavora?

Os...

¡Oh ciudad silenciosa de los muertos!
En ti se apaga el huracán humano,
cual muere al pie de las tranquilos puertos
el estruendo y furor del océano.
Tú el sólo asilo de los hombres eres
donde olviden del hado los rigores,
sus ansias, sus dolores, sus placeres...