¡Oh! el dolor de tu cuerpo voluptuoso, apto a la herida de la carne quemadora.

Vorágine obsesora,
tortura lenta.

Sueño estatuario,
estética de carne.

Vitalidad turbulenta,
camina lenta.

Y deja que ritmen tus talones,
candentes dominaciones....

Cima. Altura. Cono tendencioso, que escapas de la tierra, hacia la coronación rala de aires eternos.

Aspiración a lo perfecto.

Gran tranquilo. Eterno mojón de cataclismo, cernido de nubes que lloran en tus flancos pétreos, desflocando sobre tu dureza la impotencia blanduzca...

 Símbolo pampeano y hombre verdadero,
 generoso guerrero,
 amor, coraje,
 ¡Salvaje!
  
 Gaucho, por decir mejor.
 Ropaje suelto de viento,
 protagonista de un cuento
 vencedor.
  
 Corazón
 de afirmación.
  
 Voluntad...

Muy duro, un borracho sale de cualquier esquina. Flamea a cualquier viento y se va a cualquier parte.

¡Qué vergüenza!

Un montón de cosas, deliciosamente incomprensibles, «farrean» en su cerebro (caldera genial, por cierto), y monologa en...

 Escribir es mi vicio.
 Primero, fueron cartas, luego cuentos, ahora palabras.
 Y de las tres costumbres, ninguna es mejor.
 Lo mismo es placer. La pluma que escriba o escriba el pensar.

Casi, entro en la inmortalidad.

Esto me pasó, de veras, una noche solitaria, luego de extensos amoríos con mi piano (ese armario de notas) y lecturas poetificantes a voz en cogote.

Sentíame singularmente poderoso. Veinte años, robustos, me centrifugaban hacia la gloria y admiraba...

Un día así he visto. Un día largo, en la monotonía de su simplicidad.

Modesta cabaña
de barro y de caña.

Barro y caña apelotonados, presurosamente, para una estadía pasajera.

Un...

Un trovero moderno en busca de tristezas inertes, o, tal vez, de un tema cualquiera, transpone a lo gato tétrico el muro de un cementerio.

Alma mortal, recógete y mira.

Tenuidades lunares, pálidas sutilezas que asombran el paisaje entristecido de tumbas.

¡Cómo son blancos...

Era un fauno, de no sé qué templo griego.

Un día dijo: Estoy harto de mármol; volviose carne eterna y corrió, hacia los bosques históricos de amor.

No más ninfas ni driadas. Vaya una costeada, protestó el caprípedo, siquiera allí, durmiendo en mi frialdad, no me aburría.

...

Donde más alto trepa la sierra, un pico agudo y liso apunta al cielo su puñalada de piedra.

El sol y el viento se astillan entre sus riscos.

Y si la nieve, en su base, le circunda con regio fulgor de pureza, emerge más frío, más puro; severo e inconmovible, en su negrura...