Un trovero moderno en busca de tristezas inertes, o, tal vez, de un tema cualquiera, transpone a lo gato tétrico el muro de un cementerio.
Alma mortal, recógete y mira.
Tenuidades lunares, pálidas sutilezas que asombran el paisaje entristecido de tumbas.
¡Cómo son blancos los huesos de los muertos y la calavera de la luna!
El trovero inscribe frases, para después:
«Una nota extraviada, de tristezas seculares, ronda las cruces inútiles. Ánimas en pena, vagabundos ecos de vida, huesos blancos del alma, sutilezas lunares, sobras de muerte.
»¡Ángeles de la guardia, cipreses, llamas muertas de cirios subterráneos, vigilad atentos!
»¡Luna inútil, astro lágrima, símbolo del cero!... ¡vete con tus tristezas pálidas y la caravana de tu plata falsa!... Deja que el cementerio muera y rece, en la plegaria enlutada de sus cipreses».
La sombra de Hamlet pasa, macabra.
Poeta de cementerio, poetazo más que serio. Mirando una calavera ..................... «Lo que es y lo que era».
Interiorizaciones abismáticas.
El moderno trovero, que traspuso el muro buscando tal vez un motivo..., etc., se acerca a la aparición añeja y, moderno, aconseja:
-Mirá, hermano, no te compliqués la muerte.
-¿H...?
El poeta moderno. (Masticando prosaicamente un grano de maní).
-...al fin y al cabo, la vida es mientras vivimos y, una vez que nos morimos, estamos muertos.
Hamlet, sin dignarse contestar, abraza la calavera, temas filosóficos vuelven a su preocupación y desprecia la sandez del poeta reciente.
-¡Oh, frivolidad humana! Al fin tu cráneo es algo, cuando la muerte lo llena de su vacío.
Se apercibe que el cráneo le sugiere cosas huecas y sin salida. Pero no se lo ha de confesar. Lo principal, es decir cosas importantes.
Poetazo, más que serio, que hace rimas de dolor.
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Mar del Plata, 1915.