¡Oh patria, patria, a Dios por largos años, y quizás por la vida! -Patria amada, te devoran los pérfidos engaños, y la víctima pura es inmolada. Yo que, anegado en lágrimas, camino sobre el suelo adorado en que naciera, no soy el infeliz que contamino, cual dicen, con mi acento tu ribera. Yo mísero en mis sueños solamente la dicha de mi patria recordaba, y en el ardor del día, acá en mi mente tan solo en su ventura me ocupaba. Erré tal vez -mortal y desgraciado ¡podría yo no errar!- ¡Ah! Lo confieso, nunca mi corazón fuera malvado. ¡De la maldad cuán bárbaro es el peso! Yo lo vi, yo lo vi, porque, mi mano de un pérfido los lloros enjugara; yo los sequé, que al fin era un humano, y el dolor sus entrañas desgarrara. ¡Oh cuál sus propios brazos retorcía! ¡Cuál recordaba el tiempo ya perdido! ¡Qué blasfemias su acento profería! ¡Y cuál mordía el labio enfurecido! Yo nunca palpité más que de pena, yo de arrepentimiento; bajo el cielo con dolor arrastrara la cadena, y al fin ya me ha postrado por el suelo. Apréstame el bajel, oh marinero, y pide al dios del mar amor y ayuda; si el adiós que profiero es el postrero, adiós, oh patria, ¡adiós!...mi pena es muda.
El emigrado
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Angelito, dame un beso; dame un beso y un abrazo, que tu padre está en la guerra hace ya más de dos años, y de entonces nada basta para darme buenos ratos sino una voz de tu boca, sino un beso de tus labios. ¡Pobrecillo!... ¡Cuántos lloros a mí mísera has costado! De tu padre, ángel del cielo,...
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¡Oh! ¡Cómo es grato a veces entre sueños ver pasar la fantasma misteriosa, en que descubre el alma apasionada el rostro del objeto a quien adora; y recordar entonces la mirada, llena de languidez y de dulzura, que dice: «Yo te adoro, ángel del Cielo», y ver correr el llanto de ternura, y poderse...
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Tierra de amor, América divina, también tu nombre endulzará mi labio, cual endulzó mi pecho candoroso, en años de amargura, tu clima deleitoso. Allá en la orilla del suave río que la ciudad divide de los Reyes, yo vi el dolor impío sobre mi frente virginal y pura descargar su furor, y en mi...
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Así bramaba el trueno de venganza, y asimismo la brisa tempestuosa silbaba entre las vergas del navío; ya el marino, burlado en su esperanza, da un recuerdo a su patria y a su esposa, y a la vista del puerto pierde el brío. Y la mar inclemente crece y crece, y crece sin cesar y se levanta; un...
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Tal vez al son confuso de mi lira recordarás, Damón, pasados años; disfraz, falsos halagos, vil mentira, envidia, sinrazón, perfidia, engaños, todo te ofrecerá tu mente viva, y cuando de tu dicha hablar intento derramarás la lágrima de pena que anuncia los pesares de tu pecho. Aun recuerdo,...