- I - Hubo un tiempo en que atónito miraba a una joven, que ardiente idolatraba, modelo de beldad. "Te adoro, te idolatro", me decía; y en su pálida frente relucía pudor, virginidad. Y brillaban mis ojos de contento.- Era su hálito puro mi alimento, mi concierto su voz; ero su rostro, su mirar mi encanto; era su triste y doloroso llanto mi tormento feroz. Como la flor en el pantano inmundo la arrojó el cielo despiadado al mundo entre angustia y dolor. Y yo corrí, volé de gozo lleno, y delirante recogí en mi seno la ternísima flor. "Huérfanos somos, sin ningún abrigo, y pobres, desgraciados, sin amigo; el cielo nos unió. Tu serás, dulce prenda, mi consuelo, y para mí será la tierra el cielo..." Así la dije yo. Y ella llorando se arrojó en mis brazos, y en deliciosos, en estrechos lazos, anudado me vi. Y en su seno purísimo y constante, como en la madre el delicado infante, tranquilo me dormí. - II - Y desperté de súbito, y busqué enajenado el ángel adorado de mi ternura objeto y de mi amor. Pero en silencio lúgubre, y en soledad y calma estaba todo; y mi alma fue presa de inquietud y de dolor. Me levanto frenético, a mi adorada llamo; el eco a mi reclamo retumbando tan solo respondió. Y triste, y melancólico, mi consuelo buscando, voy lento meditando las penas en que el cielo me arrojó. - III - ¿Dó te escondes, mi querida? ¿Dó mi vida, te hallaré? Si no vienes al instante, dulce amante, moriré. "Eres bella como el cielo, eres mi ángel, mi consuelo, y sin ti no hay contento, ni ventura, ni hermosura para mi." De la vida en el camino mi destino me arrojó; y de duelo, de quebranto, y de espanto me inundó. "Eres bella como el cielo, eres mi ángel, mi consuelo, y sin ti no hay contento, ni ventura, ni hermosura para mi." Pero dióme para guía, vida mía, tu virtud; Y trocóse mi tormento en contento y en salud. "Eres bella como el cielo, eres mi ángel, mi consuelo, y sin ti no hay contento, ni ventura, ni hermosura para mi." La joya eres más hermosa, más preciosa que se vio en el suelo mexicano, do mi mano te cogió. "Eres bella como el cielo, eres mi ángel, mi consuelo, y sin ti no hay contento, ni ventura, ni hermosura para mi." - IV - Mi pecho agitado de rudo tormento, el canto elevaba mi lánguida voz; y solo en respuesta notaba que el viento espigas y ramas movía veloz. La luna brillaba purísima y bella en medio al espacio de claro zafir, cual cándida, joven, modesta doncella que mira al amante gozoso venir. Tan solo escuchaba los lúgubres gritos de pobre aldeano que alababa al Señor; y mi alma oprimían los seres malditos que asaz provocaron del cielo el furor. En locas ideas mi mente perdida, pregunto a mi mismo: - ¿Por qué huye de mi? ¡Maldita por siempre, maldita mi vida!.." Y un ronco gemido feroz despedí. Temblaban mis miembros, sudaba mi frente, espesa tiniebla mis ojos cubrió; y luego del seno quejido doliente, cual de honda caverna, vibrando salió. Mas, cielos ¡qué miro!.. ¿La vista me engaña? ¡Es ella!.. la veo.. ¡Qué dulce placer!.. Mas alguien... un hombre... ¡Gran Dios! la acompaña! Infame, traidora, perversa mujer! Le mira amorosa... le lleva a su seno.. -¡No más! ya la daga feroz empuñé.... y vuelo... de rabia frenética lleno en sangre mi diestra, mi brazo empapé!...
Un crimen
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I Tras negros nubarrones asomaba Pálido rayo de luciente luna Tenuemente blanqueando los peñascos Que de Chapultepec la falda visten. Cenicientos a trechos, amarillos, O cubiertos de musgo verdinegro A trechos se miraban, y la vista De los lugares de profundas sombras Con terror y respeto se...
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