• Estaba un ratoncillo aprisionado
    en las garras de un león; el desdichado
    en la tal ratonera no fue preso
    por ladrón de tocino ni de queso,
    sino porque con otros molestaba
    al león, que en su retiro descansaba.

    Pide perdón, llorando su insolencia;
    al oír implorar la real clemencia,
    responde el Rey en majestuoso tono
    (no dijera más Tito): «...

  • Madrid, castillo famoso
    que al rey moro alivia el miedo,
    arde en fiestas en su coso,
    por ser el natal dichoso
    de Alimenón de Toledo.

    Su bravo alcaide Aliatar,
    de la hermosa Zaida amante,
    las ordena celebrar,
    por si la puede ablandar
    el corazón de diamante.

    Pasó, vencida a sus ruegos,
    desde Aravaca a Madrid.
    Hubo...

  • Ojos hermosos
    de mi Dorisa:
    yo os vi al reflejo
    de luces tibias...
    ¡Noche felice,
    no te me olvidas!
    Turbado y mudo
    quedé a su vista,
    susto de muerte
    me atemoriza,
    y sólo huyendo
    pude evadirla.

    Ojos hermosos:
    yo así vivía,
    cuando amor fiero
    gimió de envidia.
    Quiso que al yugo
    la cerviz rinda,...

  • Admiróse un portugués
    de ver que en su tierna infancia
    todos los niños en Francia
    supiesen hablar francés.

    «Arte diabólica es»
    dijo, torciendo el mostacho,
    «que para hablar en gabacho,
    un fidalgo en Portugal
    llega a viejo, y lo habla mal;
    y aquí lo parla un muchacho.»