• I

    Breve carta, oh bella infiel,
    mi inmensa pasión mal pinta:
    y si la mar fuera tinta
    y el cielo fuera papel,
    antes que poder pintar
    mi amor y constante duelo,
    se llenara todo el cielo
    y se secara la mar.

    II

    ¿No te parece, di, mortal pecado
    robarme y no volverme el corazón?
    ¿Qué sacerdote, di, te ha...

  • Vuestra tirana exención
    y ese vuestro cuello erguido
    estoy cierto que Cupido
    pondrá en dura sujeción.
    Vivid esquiva y exenta;
    que a mi cuenta
    vos serviréis al amor
    cuando de vuestro dolor
    ninguno quiera hacer cuenta.

    Cuando la dorada cumbre
    fuere de nieve esparcida
    y la dos luces de vida
    recogieren ya su lumbre;
    ...

  • ¡Ay! No vuelvas, Señor, tu rostro airado
    a un pecador contrito.
    Ya abandoné, de lágrimas bañado,
    la senda del delito.

    Y en ti, humilde, ¡oh mi Dios!, la vista clavo,
    y me aterra tu ceño;
    como fija sus ojos el esclavo
    en la diestra del dueño.

    Que en dudas engolfado, hasta tu esfera
    se alzó mi orgullo ciego,
    y cayó aniquilado cual la...

  • No más respondas incierto,
    y pues que tus padres crudos
    se oponen a nuestros nudos,
    huye conmigo al desierto.
    ¡Eres hombre y del temor
    te dejas así vencer!
    Yo no temo, y soy mujer,
    que audacia me da el amor.
    A la hora en que el sol más arde
    yo tenderé mis cabellos,
    toldo formando con ellos
    que de sus rayos te guarde.
    ...

  • Dejadme recordar; y en ese limbo
    en que agitan sus alas los amores,
    y suspiran insólitos rumores,
    que el alma sabe traducir no más,
    las palmas donde duermen los recuerdos
    abaniquen mi frente soporosa,
    que, al beso de su brisa mentirosa
    en un seno de amor se dormirá.

    ¡Qué dulce realidad la del recuerdo,
    vaga ilusión que a otra ilusión imita...

  • SILENCIO...! soledad...! En torno mío
    No susurran las auras bullidoras;
    Prensa mi corazón infortunado
    El invencible hastío.
    Ya estoy aquí cansado,
    Al pié del tronco de la añosa encina,
    Trayendo á la memoria
    De mis placeres la fugaz historia.
    Ya estoy aquí solícito buscando,
    Si no el placer, el que perdí sosiego:
    Ya cansaron mi oído...

  • Infeliz y entregado al torbellino
    de tristes pensamientos viome el cielo,
    sin patria, sin amigos, sin consuelo
    y postrado al rigor de mi destino.

    Vagando, como suele, de contino,
    quien la copa bebió de la amargura,
    mi vista se extendió por la llanura,
    que no tiene ni huella ni camino.

    ¡Era el mar! y su aspecto majestuoso
    largo tiempo...

  • He aquí los genios gigantes
    Más dignos de aplauso y gloria,
    Que hallo en las hojas brillantes
    Del gran libro de la historia:
    Moisés, el sabio profundo,
    Que un Dios a los hombres dio,
    Y Colón, que descubrió
    El llamado Nuevo Mundo.

  • Señor! Estabas tras los cristales
    humano y triste de atardecer;
    y cuál lloraba tus funerales
    esa mujer!

    Sus ojos eran el jueves santo,
    dos negros granos de amarga luz!
    Con duras gotas de sangre y llanto
    clavó tu cruz!

    Impía! Desde que tú partiste,
    Señor, no ha ido nunca al Jordán,
    en rojas aguas...