• (Ofrenda) (Octubre 15/ 1920)

    ¿Recuerda amada mía?
    Era al caer de la tarde...
    y al oído te decía
    mientras la tarde moría:

    Mi corazón de amor arde;

    Y en tu faz vi retratada
    duda... Asombro... Alegrías...
    y una fugitiva mirada,
    me hizo ver Aída, adorada,
    que tú también me querías.

    Mientras la fuente ritmaba...

  • Y fue en Versailles, en la dorada fiesta
    —¡oh eglógica pastora deliciosa!—
    que te ofrendé mi amor en una rosa,
    al arrullo sonoro de la orquesta.

    El alma al sueño de la dicha, presta,
    abrevió su existencia dolorosa
    al pronunciar tus labios la amorosa
    confesión pasional, en la floresta...

    Todo volvióse para mí risueña:
    la luz, el lago, el...

  • Dulce hogar sin estilo, fabricado
    de un solo golpe y de una sola pieza
    de cera tornasol. Y en el hogar
    ella daña y arregla; a veces dice:
    “El hospicio es bonito; aquí no más!”
    ¡Y otras veces se pone a llorar!

  •  Dijo anoche, su canto de muerte
    la canción de la tos en tu pecho,
    y, al mojarse en las notas rojizas,
    mostró flores de sangre el pañuelo.
     — ¡Pobrecitas las carnes pacientes,
    consumidas por fiebres de fuego:
    para ellas las buenas, las tristes,
    ...

  • ¡Oh! tarde dolorosa que con tu cielo de oro
    finges las alegrías de un declinar de estío.
    ¡Tarde! Las hojas secas en su doliente coro
    van llenando mi alma de un angustioso frío.

    La risa de la fuente me parece ser lloro;
    el aire perfumado tiene aliento de lirios;
    añoranzas me llegan de unos viejos martirios
    y a mi mente se asoman unos ojos que adoro...

  • Para Jose Garrido

  • Ya en la otoñal y hermosa alameda
    vuelan los últimos cálices de oro
    y en tus nerviosas pestañas de seda
    queda temblando una lágrima de oro.

    El surtidor su romanza masculla,
    siempre más triste en la noche cercana,
    —Dime, Princesa, la historia que arrulla
    y hace olvidemos la Muerte cercana.

    Dime la vieja leyenda harmoniosa
    que habla de...

  • Venía hacia mí por la sonrisa
    Por el camino de su gracia
    Y cambiaba las horas del día
    El cielo de la noche se convertía en el cielo del amanecer
    El mar era un árbol frondoso lleno de pájaros
    Las flores daban campanadas de alegría
    Y mi corazón se ponía a perfumar enloquecido

    Van andando los días a lo largo del año
    ¿En dónde estás?
    Me crece...

  • El pálido Infante
    una extraña locura tenía,
    el pálido Infante
    poseer una estrella quería...

    Para curar su mal, el Rey hizo venir
    de un imperio lejano a la Infanta más bella,
    pero, el Príncipe, al ver sus ojos de zafir,
    se acordó de la estrella...

    Amarga era su vida hasta que, una mañana
    —sin criados ni mastines,
    el gerifalte al puño...

  • Pequeño poema
    Abril de 1918
    (Granada)

    ¡Mi corazón es una mariposa,
    Niños buenos del prado!,
    Que presa por la araña gris del tiempo
    Tiene el polen fatal del desengaño.

    De niño yo canté como vosotros,
    Niños buenos del prado,
    Solté mi gavilán con las temibles...