• Las hadas que tejían mis ensueños,
    en la dulzura de mi abril en flor,
    las hadas que tejían mis ensueños
    dulces, abandonaron su labor...

    En cortas primaveras y risueños
    días celestes de mi abril en flor,
    fui pródigo del oro de mis sueños
    con generoso gesto sembrador...

    Mujer, rosas canción, sonrisa franca,
    todo se fue con la mañana blanca...

  • Madre: la vida triste y enferma que me has dado
    no vale los dolores que ha costado;
    no vale tu sufrir intenso, madre mía,
    este brote de llanto y de melancolía!
    ¡Ay! ¿Por qué no expiró el fruto de tu amor,
    así como agonizan tantos frutos en flor?

    ¿Por qué, cuando soñaba mis sueños infantiles,
    en la cuna, a la sombra de las gasas sutiles,
    de un...

  • Muda nodriza, llave de nuestros cautiverios,
    ¿oh, Tú, que a nuestro lado vas con paso de sombra,
    Emperatriz maldita de los negros imperios,
    cuál es la talismánica palabra que te nombra?

    Punta sellada, muro donde expiran sin eco
    de la humillada tribu las interrogaciones,
    así como no turba la tos de pecho hueco
    la perenne armonía de las constelaciones...

  • Infante-Dios: el pálido bardo meditabundo
    canta el advenimiento del divino tesoro,
    y, ante quien da su vida al corazón del mundo,
    ofrenda su plegaria -su mirra, incienso y oro-.

    No por el que celebra la gloria de tu pascua
    entre rubios hervores de cálido champaña,
    ni por el alma frívola, ni por la boca de ascua
    en que el sofisma teje sutil hebra de...

  • A Miguel Ángel Barona

    Guárdate tus sonrisas: mi corazón hastiado,
    como fruto en sazón, a la tierra se inclina;
    la senda ha sido larga, amiga: estoy cansado,
    y quisiera gozar de mi hora vespertina.

    Odio aquellos amores de folletín: mi herida
    no mendiga limosnas de piedades ajenas.
    Yo tengo...

  • Al borde de la vida sentémonos, ¡oh Mía!
    y miremos correr las horas pasajeras;
    ¡dulce es el sol fugaz!, bendigamos el día
    y confiemos en El que hizo las primaveras.

    Comamos nuestro pan, bebamos nuestro vino
    y reciba el Señor nuestra diaria alabanza:
    podrá ser duro el golpe del adverso Destino
    pero quedan las alan: ¡nos queda la Esperanza!

    ...

  • ¡Carne del asesino, maldita podredumbre
    que pende de las horcas en fúnebres racimos
    y muestra a las pupilas de ávida muchedumbre
    la malévola herencia que todos recibimos...!

    ¡Oh, carne de los mártires, Gloria in excelsis Deo,
    que de nuestro Rey Cristo son divinas cosechas!
    ¡Oh, labios siempre abiertos al consuelo de un Creo!
    ¡Divina vestidura...

  • A José María Egas

    Aúnan mi pensamiento
    inquietud y serenidad.
    Mi orientación es la del viento,
    la del mar mi estabilidad.

    El ojo negro de mi abismo
    para mí guiña dondequier;
    mas, de la noche de mí mismo
    hago un continuo amanecer.

    Y como una hojita liviana
    voy camino de mi...

  • Tules de nieblas sobre las campañas
    velaban los contornos de la quinta
    y ascendía, en la tarde de aúrea tinta,
    la égloga suspirante de las cañas.

    Desenrrollaba su monstruosa cinta
    la negra procesión de las montañas
    y evocaba el temblor de tus pestañas
    nuestra felicidad por siempre extinta.

    Entre las sombras, un gemir de esquilas
    anunciaba...

  • Te había soñado hija de un antiguo mar grave,
    en un negro castillo cerca del Rhin azul;
    unánimes al ritmo de tu sonrisa suave
    charlaban las alondras en fresco abedul.

    Tu perfumada sombra cantaban los poetas
    (eran los bellos días de Erec y Parsifal)
    y tus ojos velados cual obscuras violetas
    causaron la locura de un príncipe feudal.

    Los nelumbos...