• Rosa de nube de carne
    Ofelia de Dinamarca,
    tu mirada, sueñe o duerma,
    es de Esfinge la mirada.

    En el azul del abismo
    de tus niñas ? todo o nada,
    ¡ser o no ser!?, ¿es espuma
    o poso de vida tu alma?

    No te vayas monja, espérame
    cantando viejas baladas,
    suéñame mientras te sueño,
    brízame la hora que falta.

    Y si los sueños...

  • OFERTORIO

    Cuando el rojo crepúsculo en la aldea ponía
    la silenciosa nota de su melancolía,
    desde la blanca orilla iba a mirar el mar.
    Todo lo que él me dijo aún en mi alma persiste:
    –«mi padre era callado y mi madre era triste
    y la alegría nadie me la supo enseñar...

  • ¡Ah! yo que en torno de tu sien he visto
    Perennemente suspendida el alba,
    Y encenderse en el cielo de tus ojos
    Como una estrella el esplandor de tu alma,
    He querido mi ofrenda de poeta
    Consagrar á tu imagen solitaria,
    Azucena de luz, donde mi espíritu
    Posó un instante las ligeras alas.

  • Muda nodriza, llave de nuestros cautiverios,
    ¿oh, Tú, que a nuestro lado vas con paso de sombra,
    Emperatriz maldita de los negros imperios,
    cuál es la talismánica palabra que te nombra?

    Punta sellada, muro donde expiran sin eco
    de la humillada tribu las interrogaciones,
    así como no turba la tos de pecho hueco
    la perenne armonía de las constelaciones...

  • A Arturo Borja

    Recuerdo que te hallé por mi camino
    como un Verlaine aún adolescente,
    ¡y daba el signo de un fatal destino
    tu alma de estirpe lírica y ardiente!

    Y ambos fraternizamos; que tus rosas
    para todas las almas entreabrías,
    ¡haciéndote en las horas humildosas
    dueño de todas las melancolías...!

    Quién volviera a tus ojos, en...

  • Fuensanta: las finezas del Amado
    las finezas más finas,
    han de ser par ti menguada cosa,
    porque el honor a ti, resulta honrado.

    La corona de espinas,
    llevándola por ti, es suave rosa
    que perfuma la frente del Amado.

    El madero pesado
    en que me crucifico por tu amor,
    no pesa más, Fuensanta,
    que el arbusto en que canta
    tu amigo...

  • Porque haces tu can de la leona
    más fuerte de la Vida, y la aprisiona
    la cadena de rosas de tu brazo.

    Porque tu cuerpo es la raíz, el lazo
    esencial de los troncos discordantes
    del placer y el dolor, plantas gigantes.

    Porque emerge en tu mano bella y fuerte,
    como en broche de míticos diamantes
    el más embriagador lis de la Muerte.

    Porque...

  • ¡Oh figuras del atrio, más humildes
    cada día y lejanas:
    mendigos harapientos
    sobre marmóreas gradas;
    miserables ungidos
    de eternidades santas,
    manos que surgen de los mantos viejos
    y de las rotas capas!
    ¿Pasó por vuestro lado
    una ilusión velada,
    de la mañana luminosa y fría
    en las horas más plácidas?...
    Sobre la...

  • ¡Oh tarde luminosa!
    El aire está encantado.
    La blanca cigüeña
    dormita volando,
    y las golondrinas se cruzan, tendidas
    las alas agudas al viento dorado,
    y en la tarde risueña se alejan
    volando, soñando...
    Y hay una que torna como la saeta,
    las alas agudas tendidas al aire sombrío,
    buscando su negro rincón del tejado.
    La...

  • Ojos que cuesta el reposo
    Volver á mirar con ellos,
    Mas valiera no tenellos.

    Ojos que saben prenderme,
    Pero nunca rescatarme,
    Osados á aventurarme,
    Cobardes á socorrerme;
    Pues no estiman el perderme,
    En el menor gusto dellos
    Mas valiera no tenellos.

    Ojos de tan malas mañas
    Que estando por veladores
    Dan paso...