• Dieron alojamiento

    a un tunante sargento

    en la casa de cierta labradora,

    viuda, joven, con humos de señora,

    cuyo genio intratable

    en breve con su huésped se hizo amable,

    habiendo reparado

    que era rollizo, sano y bien formado;

    tanto, que dijo para su capote:

    -¡ Vaya! Tendrá un bellísimo virote.

    Al tiempo que cenaron,

    ...

  • LOS ROBLES

    I

     Allá en tiempos que fueron, y el alma
    Han llenado de santos recuerdos,
    De mi tierra, en los campos hermosos,
    La riqueza del pobre era el fuego;
    Que al brillar, de la choza en el fondo,
    Calentaba los rígidos miembros
    Por el frío y el hambre ateridos,
    ...

  • Vagando va por el erial ingrato,
    detrás de veinte cabras,
    la desgarrada muchachuela virgen,
    una broncínea enflaquecida estatua.
    Tiene apretadas las morenas carnes,
    tiene ceñuda y soñolienta el alma,
    cerrado y sordo el corazón de piedra,
    secos los labios, dura la mirada...
    Sin verla ni sentirla
    la estéril vida arrastra
    encima de unas...

  • Picados de viruelas, cubiertos de verrugas,
    con sus verdes ojeras, sus dedos sarmentosos,
    la coronilla ornada de costras y de arrugas
    cual las eflorescencias de los muros ruinosos.

    En idilio epiléptico han logrado injertar
    su osamenta a los grandes esqueletos oscuros
    de las sillas; ni un día han podido apartar
    los pies de los barrotes raquíticos y...

  • A Víctor Hugo

    Hormigueante ciudad, llena de sueños,
    Donde el espectro en pleno Día agarra al transeúnte!
    Los misterios rezuman por todas partes como las savias
    En los canales estrechos del coloso poderoso.

    Una mañana, mientras que en la triste calle
    Las casas, cuya...

  • Sennores, si quisiéssedes attender un poquiello,
    querríavos contar un poco de ratiello
    un sermón que fue preso de un sancto libriello,
    que fizo sant Jerónimo, un precioso cabdiello.

    Nuestro padre Jherónimo, pastor de nos e tienda,
    leyendo en ebreo en essa su leyenda,
    trovó cosas estrannas, de estranna facienda;
    qui las oír quisiere, tenga que bien...

  • ¡El infierno está aquí! El otro no me asusta.
    Empero, el purgatorio mi corazón disgusta.

    De él me han hablado mucho y su nombre funesto
    en mi corazón débil ha encontrado su puesto.

    Cuando la ola de días va agostando mi flor,
    el purgatorio veo al perder el color.

    ¡Si es cierto lo que dicen, es preciso ir allí,
    Dios de toda existencia, para llegar a...

  • Bajo la alta bóveda de una vieja iglesia,
    Entre antorchas de cera, ardiendo con grandes llamas,
    Se queda estirada, en ropas blancas, la cara hacia el altar,
    La novia de Arald, dueño de los ávaros;
    Lenta, profundamente suenan los cantos de los clérigos.

    Sobre el pecho de la muerta luce un rosario de piedras
    Y su pelo de oro fluye desde el sepulcro hasta la...

  • El hada más hermosa ha sonreído
    al ver la lumbre de una estrella pálida,
    que en hilo suave, blanco y silencioso
    se enrosca al huso de su rubia hermana.
    Y vuelve a sonreír porque en su rueca
    el hilo de los campos se enmaraña.
    Tras la tenue cortina de la alcoba
    está el jardín envuelto en luz dorada.
    La cuna, casi en sombra. El niño duerme....

  • Está la plaza sombría;
    muere el día.
    Suenan lejos las campanas.
    De balcones y ventanas
    se iluminan las vidrieras
    con reflejos mortecinos,
    como huesos blanquecinos
    y borrosas calaveras.
    En toda la tarde brilla
    una luz de pesadilla.
    Está el sol en el ocaso.
    Suena el eco de mi paso.
    —¿Eres tú? Ya te esperaba......