• ¡Inés! Tú no comprendes todavía
    el ser de muchas cosas.
    ¿Como quieres tener en tu alquería,
    si matas los gusanos, mariposas?

    Cultivando lechugas Diocleciano,
    ya decía en Salermo
    que no halla mariposas en verano
    el que mata gusanos en invierno.

    ¿Por qué hacer a lo real tan cruda guerra,
    cuando dan sin medida...

  • ¿ Por qué se queda mi pluma en la tinta, me preguntas ?

    ¿ Por qué el ritmo de las cosas no me desvía de mis escritos ?

    ¿ Por qué duermen, amontonados en las hojas amarillas,

    Los yambos ascendentes, los troqueos, los dáctilos ?

    Si tú supieras los problemas con los cuales tengo que luchar,

    Veías que tengo argumentos incluso para romper mi pluma;

    ¿ Para...

  • El lunes me encontré a Juana
    y por ventura, aquel día
    para estar una semana
    se fue a casa de su tía.
    Díjele: - Salada mía, 5
    yo de irte a ver tengo gana.
    - ¡Ay, señor!, ¿qué se diría?
    Pero... venga usted mañana.

    Martes al amanecer
    voy donde amor me convida, 10
    píntola mi padecer,
    dígola: - ¡Mi bien,...

  • De los holgazanes

    Lunes, que, a rienda tendida,
    vas del martes empujado,
    ¡cuántas veces te he fiado
    la corrección de mi vida!

    -¡Te vas! ¡La dejas sumida
    en dudas desgarradoras!
    Pero, al fin, algo mejoras
    mi condición, pues hoy siento
    más vivo el remordimiento
    de haber perdido tus horas!

    MARTES
    ¡Oh, martes! No...

  • Firma Pilatos la que juzga ajena
    Sentencia, y es la suya. ¡Oh caso fuerte!
    ¿Quién creerá que firmando ajena muerte
    el mismo juez en ella se condena?

    La ambición de sí tanto le enajena
    Que con el vil temor ciego no advierte
    Que carga sobre sí la infausta suerte,
    Quien al Justo sentencia a injusta pena.

    Jueces del mundo, detened la mano...

  • A cierta moza un húsar, y no es cuento,

    porque le socorriera en sus apuros

    del carnal movimiento,

    le prometió ocho duros

    y después sólo cuatro la dio en paga.

    La moza, descontenta

    con esta trabacuenta,

    para que por justicia se le haga

    aflojar lo restante,

    fue a querellarse de él al comandante.

    Era éste un hombre adusto,...

  • Vase un amigo, y otro, y otro luégo:
     No hay vínculo suave
    Que en esta vida, ajena de sosiego,
     Con el morir no acabe.
    Si aquí tuviese término el camino,
    Fuera mísero asaz nuestro destino.

    Por cima de este valle de dolores,
    ...

  • ¡Oh, qué dulce canción! Límpida brota
    esparciendo sus blandas armonías,
    y parece que lleva en cada nota
    ¡muchas tristezas y ternuras mías!
    ¡Así hablara mi alma... si pudiera!
    ¡Así dentro del seno,
    se quejan, nunca oídos, mis dolores!
    Así, en mis luchas, de congoja lleno,
    digo a la vida: «¡Déjame ser bueno!»
    Así sollozan todos mis amores!...

  • ¡Cómo me agrada ver, querida indolente,
    De tu cuerpo tan bello,
    Como una estofa vacilante,
    Reverberar la piel!

    Sobre tu cabellera profunda,
    De acres perfumes,
    Mar oloroso y vagabundo
    De olas azules y sombrías,

    Cual un navío que se despierta
    Al viento matutino,
    Mi alma soñadora apareja
    Para un horizonte lejano.

    Tus ojos...

  • Cuando llegaba yo al extremo del arrabal, a los destellos del gas sentí que un brazo se escurría suavemente por debajo del mío, y oí una voz que al oído me decía:

    -Es usted médico, ¿verdad?

    Miré; era una chica alta, robusta, de ojos muy abiertos, con ligero afeite; sus cabellos flotaban al viento, como las cintas de su gorra.

    -No, no soy médico. Déjeme pasar.

    -Sí....