• I - El Alma
    ¿Quién eres, huésped noble y generoso,
    cerrado en esta cárcel o aposento
    caduco, deleznable y arcilloso,
    que seca un sol y polvoriza un viento?

    ¡Don eterno y espíritu profundo
    prisionero en un vaso cinerario,
    que cuando tú lo llenas, tiene un mundo,
    cuando tú lo abandonas, un osario!

    ¡Emanación celeste y escogida
    que...

  • I
    ¡Señor! pasar veo mis días de luto
    tal como escuadrones de armados guerreros,
    que sueltan las bridas al rápido bruto,
    clavando en mi pecho sus duros aceros.

    ¡Oh! ¡cuando me llames al lecho de arcilla
    envuelvas mi rostro con frío sudario,
    y en breves minutos derrumbes la silla
    que ocupo en el cieno del mundo nefario;

    Será que allí cierre...

  • (...) Dulcísima porción del pecho mío,
    Erífile divina y amorosa,
    agosta el sol las flores, y aun no veo
    flotar allá en la cumbre deliciosa
    donde nace el sonoro y claro río
    tu leve vestidura cual deseo.
    ¡Ay! Ninfa, según creo
    te empeña en su carrera
    la cierva más ligera
    que habita de estos sitios la frescura,
    ven aquí a disfrutar del...

  • El ángel bueno, y el ángel malo
    Es el hombre sin penas ni reveses,
    antes de ver la luz que el mundo dora,
    fruto amargo que agrava nueve meses
    el seno maternal en donde mora.

    Fruto de la mujer que poseída
    de la fiebre de amor, que abrasa tanto,
    lo compra con placer de corta vida,
    que redime después con largo llanto.

    Fruto, que al árbol...

  • Apartado de ti surco los mares,
    ¡oh cándida mujer!
    Triste víctima he sido en tus altares,
    ¿y mía no has de ser?
    ¡Qué terrible en sus tétricos horrores
    se muestra el mar, mi bien!
    Pues yo temo más que sus rigores,
    tu enfado o tu desdén.
    El bramido de recios vendavales
    no me intimida a mí;
    no temo todo el peso de los males;
    tu...

  • Si en la margen de arroyo que camina.
    Suspende bello pájaro sus vuelos,
    cuando bebe una gota cristalina,
    levanta el pico de ámbar a los Cielos.

    Suenan en el festín del potentado
    los brindis a la suerte veleidosa,
    al ciego amor y al rostro delicado
    de las bellas que ciñen fresca rosa;

    y mientras que retumban los salones
    con cánticos de...

  • ¡Oh Sol! ¡noble gigante de hermosura,
    y astro rey en un trono de volcanes!
    ¡Guerrero cuya nítida armadura
    deslumbró en feroz lid a los Titanes!

    Las águilas del Líbano altaneras,
    cuando dorabas hoy la antigua Tiro,
    te admiraron subiendo a las esferas,
    yo que pierdo tu luz, también te admiro

    Su pupila tenaz osadamente
    se fijó en tu cenit...

  • Salve, santo en esencia y atributos,
    origen y principio de ti mismo,
    tú que mides los siglos por minutos,
    y sondeas los senos del abismo;

    tú que cuentas las hojas que perecen
    bajando a tapizar humildes gramas,
    y sabes cuantas viven y se mecen
    entre los laberintos de sus ramas;

    que sabes cuantos pliegues esclavizan
    a la temprana flor en su...

  • Los pinos son las arpas del desierto
    que, entregando a los euros su ramaje,
    dan a la soledad largo concierto
    con un eco monótono y salvaje.

    Que allí donde sin flores se ostentaba
    naturaleza triste, inculta, fiera,
    de ese arrullo feroz necesitaba
    para que entre peñascos se durmiera.

    Y a la voz general de todo el mundo
    que alaba al Hacedor...

  • Yo te veo, Señor, en las montañas
    que soberbias se miran en su altura,
    dó reciben la luz con que las bañas,
    antes que este hondo valle de tristura;

    y en el último y lánguido reflejo,
    que recogen del día moribundo,
    cuando su altiva cumbre es el espejo
    de las sombras que caen en el mundo;

    y en su color azul y nieve fría
    que oculta la...