En la sublime Estambul,
ciudad del adusto moro,
la más rica en perlas y oro
que acaricia el mar azul,
reciben con el reflejo
de sol luminoso baño
ricas cúpulas de estaño,
que hay en el serrallo viejo.
Vive en cada rosa abierta
de odorífero...
Juan Arolas
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Yo te veo, Señor, en las montañas
que soberbias se miran en su altura,
dó reciben la luz con que las bañas,
antes que este hondo valle de tristura;y en el último y lánguido reflejo,
que recogen del día moribundo,
cuando su altiva cumbre es el espejo
... -
Los pinos son las arpas del desierto
que, entregando a los euros su ramaje,
dan a la soledad largo concierto
con un eco monótono y salvaje.Que allí donde sin flores se ostentaba
naturaleza triste, inculta, fiera,
de ese arrullo feroz necesitaba
para... -
Salve, santo en esencia y atributos,
origen y principio de ti mismo,
tú que mides los siglos por minutos,
y sondeas los senos del abismo;tú que cuentas las hojas que perecen
bajando a tapizar humildes gramas,
y sabes cuantas viven y se mecen
entre los... -
¡Oh Sol! ¡noble gigante de hermosura,
y astro rey en un trono de volcanes!
¡Guerrero cuya nítida armadura
deslumbró en feroz lid a los Titanes!Las águilas del Líbano altaneras,
cuando dorabas hoy la antigua Tiro,
te admiraron subiendo a las esferas,
... -
Si en la margen de arroyo que camina.
Suspende bello pájaro sus vuelos,
cuando bebe una gota cristalina,
levanta el pico de ámbar a los Cielos.Suenan en el festín del potentado
los brindis a la suerte veleidosa,
al ciego amor y al rostro delicado
de... -
Apartado de ti surco los mares,
¡oh cándida mujer!
Triste víctima he sido en tus altares,
¿y mía no has de ser?
¡Qué terrible en sus tétricos horrores
se muestra el mar, mi bien!
Pues yo temo más que sus rigores,
tu enfado o tu desdén.
El bramido... -
El ángel bueno, y el ángel malo
Es el hombre sin penas ni reveses,
antes de ver la luz que el mundo dora,
fruto amargo que agrava nueve meses
el seno maternal en donde mora.Fruto de la mujer que poseída
de la fiebre de amor, que abrasa tanto,
lo... -
(...) Dulcísima porción del pecho mío,
Erífile divina y amorosa,
agosta el sol las flores, y aun no veo
flotar allá en la cumbre deliciosa
donde nace el sonoro y claro río
tu leve vestidura cual deseo.
¡Ay! Ninfa, según creo
te empeña en su carrera... -
I
¡Señor! pasar veo mis días de luto
tal como escuadrones de armados guerreros,
que sueltan las bridas al rápido bruto,
clavando en mi pecho sus duros aceros.¡Oh! ¡cuando me llames al lecho de arcilla
envuelvas mi rostro con frío sudario,
y en breves...