• Cuando Don Juan descendió hacia la onda subterránea
    Y hubo dado su óbolo a Caronte,
    Un sombrío mendigo, la mirada fiera como Antístenes,
    Con brazo vengativo y fuerte empuñó cada remo.

    Mostrando sus senos fláccidos y sus ropas abiertas,
    Las mujeres se retorcían bajo el negro firmamento,
    Y, como un gran rebaño de víctimas ofrendadas,
    En pos de él...

  • Dos guerreros se han precipitado uno sobre el otro; sus armas
    Han salpicado el aire con destellos y sangre.
    Estos juegos, estos tintineos del hierro son el estrépito
    De una juventud víctima del amor plañidero.

    ¡Las espadas se han quebrado! como nuestra juventud,
    ¡Mi querida! Pero los dientes, las uñas aceradas,
    Vengan pronto la espada y la daga traidora....

  • Cuando entre los disolutos el alba blanca y bermeja
    Se asocia con el Ideal roedor,
    Por obra de un misterio vengador
    En el bruto adormecido un ángel se despierta.

    De los Cielos Espirituales el inaccesible azur,
    Para el hombre abatido que aún sueña y sufre,
    Se abre y se hunde con la atracción del abismo.
    Así, cara Diosa, Ser lúcido y puro,

    Sobre...

  • Frecuentemente, para divertirse, los tripulantes
    Capturan albatros, enormes pájaros de los mares,
    Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
    Al navío deslizándose sobre los abismos amargos.

    Apenas los han depositado sobre la cubierta,
    Esos reyes del azur, torpes y temidos,
    Dejan lastimosamente sus grandes alas blancas
    Como remos arrastrar a sus...

  • Una noche, el alma del vino cantó en las botellas:
    "¡Hombre, hacia ti elevo, ¡oh! querido desheredado,
    Bajo mi prisión de vidrio y mis lacres bermejos,
    Una canción colmada de luz y de fraternidad!

    Sobre la colina en llamas, yo sé cuánto se requiere
    De pena, de sudor y de sol abrasador
    Para engendrar mi vida y para infundirme el alma;
    Mas, no seré ni...

  • Cuando te veo pasar, ¡oh!, mi querida, indolente,
    Al cantar de los instrumentos que se rompe en el cielo raso
    Suspendiendo tu andar armonioso y lento,
    Y paseando el hastío de tu mirar profundo;

    Cuando contemplo bajo la luz del gas que la colora,
    Tu frente pálida, embellecida por morbosa atracción,
    Donde las antorchas nocturnas encienden una aurora,
    Y...

  • Madre de los recuerdos, amante de las amantes,
    ¡Oh, tú, todos mis placeres! ¡Oh tú, todos mis deberes!
    Tú me recordarás la belleza de las caricias,
    La dulzura del hogar y el encanto de las noches,
    ¡Madre de los recuerdos, amante de las amantes!

    ¡Las veladas iluminadas por el ardor del carbón,
    Y las tardes en el balcón, veladas de vapores rosados.
    ¡...

  • A Víctor Hugo.

    I

    ¡Andrómaca, pienso en ti! Este riacho,
    Pobre y triste espejo donde antaño resplandeció
    La inmensa majestad de vuestros dolores de viuda,
    Este Simoïs mentiroso que con vuestras lágrimas crece,

    Ha fecundado de pronto mi memoria fértil,
    ...

  • Va cayendo el día. Una gran paz llena las pobres mentes, cansadas del trabajo diario, y sus pensamientos toman ya los colores tiernos o indecisos del crepúsculo.

    Sin embargo, desde la cima de la montaña llega hasta mi balcón, a través de las nubes transparentes del atardecer, un gran aullido, compuesto de una multitud de gritos discordes que el espacio transforma en lúgubre armonía,...

  • La diana cantaba en los patios de los cuarteles,
    Y el viento de la mañana soplaba sobre las linternas.

    Era la hora en que el enjambre de los sueños malignos
    Tuerce sobre sus almohadas los atezados adolescentes;
    Cuando, cual un ojo sangriento que palpita y se menea,
    La lámpara en el amanecer es una mancha roja;
    Cuando el alma, bajo el peso del cuerpo rudo y...