Eran aquellos ojos, inmensos y rasgados.
Los conocí hace tiempo, siempre puros e iguales,
quietos, como el ensueño de los claustros sellados.
En las horas de éxtasis vibraban musicales
al igual de esos pozos frescos, de aguas cantantes.
Jamás los vi cerrados. Fijos...

Hay algo en el aire, divino y sonoro,
hay sol en tus ojos, en tus labios, pomas;
suena mi esperanza como el agua de oro
que viene saltando por las verdes lomas.
Las tierras trascienden como un incensario,
y en los cerros, lejos, canta el campanario.
¿En qué...

Ya se alzan los pájaros, tiéndeme la mano.
Nos iremos, juntos, tras el sol lejano;
nos iremos, juntos, cuando el bosque cante,
trémulos los labios, el pecho anhelante,
oyendo el albogue de los hontanares...
Serán tus penares mis viejos penares,
serán tus...

Vive alegre su vida, humilde el corazón,
bajo la albura intacta de un santo escapulario,
sintiendo el goce místico de la maceración,
en el convento en ruinas, viejo y estacionario.

En la quietud beatífica duerme la hora impávida
cantada por el bronce de un campanil...

En el sereno parque vela el viejo cuadrante.
Todo es quietud en torno. La libélula errante,
la abeja de áureos élitros, la oruga y el gusano,
como bajo el influjo de un señorío arcano
extáticos se arroban ante su potestad.
El cuenta el Tiempo eterno, sin límite ni...

Es la alta noche. Un denso recogimiento oprime
el huerto monacal, silenciario y sublime.
Vela, insomne, el convento. En su quietud interna
suena el chasquear metálico de la vieja cisterna,
mientras sienten los muros, ornados de vestiglos,
en su carne de piedra la...

Por el camino blanco marchan contritos
los monjes centenarios de la abadía,
meditando breviarios... Al irse el día,
por el camino blanco marchan contritos
en larga caravana, trágica y pía.

Barbas pontificales, barbas de plata,
idealizan sus férvidos rostros...

¡Oh las místicas tardes en que sueño a tu lado,
cuando tus manos trémulas despiertan el teclado!
Y en la estancia impregnada de aromas ancestrales,
las notas se remontan, como aves otoñales,
buscando, en la penumbra, los abiertos vitrales.

En la paz de las horas...

¡Oh el mar aventurero, indómito y fluctuante,
altivo como el viento, como el pájaro errante!
Fuente inmortal de ideales, su alma limpia y cantora,
llena de azules voces la esbelta cantimplora
que a la luz matinal sorbe, alegre, el barquero,
y exalta el desvarío del...

¡Santa convalecencia del alma, en las campiñas,
entre las madroñeras y el verde de las viñas!
El corazón romántico, perfumado de olvido,
lanza al rústico viento su rítmico latido,
y, sonoro, revive su muerta mocedad
en la paz milagrosa de la fresca heredad.

...