Preguntó en el Paular un forastero
el uso de una grande campanilla
que veía en el claustro; y el portero
le respondió: -El oírla es maravilla,
porque sólo se toca cuando fiero
el tentador carnal los frailes pilla.
A que el curioso replicó guiñando:
-Pues, padre, estará siempre repicando.