• Desde el suelo fatal de su destierro
    tu triste amigo, Emilia deliciosa,
    te dirige su voz; su voz que un día
    en los campos de Cuba florecientes
    virtud, amor y plácida esperanza
    cantó felice, de tu bello labio
    mereciendo sonrisa aprobadora,
    que satisfizo su ambición. Ahora
    sólo gemir podrá la triste ausencia
    de todo lo que amó, y enfurecido...

  • Bella Emilia, perdón; yo te lo ruego
    por tu belleza; ¡ah cielos! ¡mi osadía
    cuánta disculpa tuvo! ¿Dó se halla
    aquel que a tu hermosura indiferente
    sin amarte te mira? ¿Quién tu dulce,
    tu suave elocuencia escuchar pudo
    sin la emoción más viva? ¿Y yo cuitado,
    yo solo ¡ay triste! sentiré tus iras?
    ¿Te aplacas, bella Emilia? ¿Me perdonas?...

  • Todas al baile se entregan,
    todas ríen de contento,
    y la música festiva
    hace palpitar los pechos.
    Muchachas de quince abriles,
    no dejéis huir el tiempo
    sin robarle dulces ratos...
    Mirad que no vuelve luego.
    -Ah, Rosa, canta conmigo;
    ven, que después bailaremos.
    -Y cantan las dos muchachas
    sin compás, mas con empeño....