I
Oh mi ciudad querida, hoy tan lejana
y tan inaccesible a mi deseo,
que al evocarte en mi memoria creo
que fuiste un sueño de mi edad temprana!
Te evoco así, como a quimera vana,
y al evocarte, sin cesar te veo
resplandecer bajo el ardor febeo ...
|
Si supiérais con qué piedad os miro
y cómo os compadezco en esta hora.
En medio de la paz de mi retiro
mi lira es más fecunda y más sonora.
Si con ello un pesar mayor os causo
y el dedo pongo en vuestra llaga viva,
sabed que nunca me importó el aplauso...
|
Dime, niño adorado
de los labios de rosa,
de ojos grandes y verdes
como el verde del mar:
De qué estrella caíste
y en qué trágica fosa:
Tan bello eres que, al verte,
dan ganas de llorar.
Tal vez porque al mirarte
con tan hondo cariño,...
|
Preguntaba una noche entristecido:
—¿En dónde están, en dónde, ¡oh genio santo!
Los grandes pensamientos que murieron
sin nacer, en el fondo de tu cráneo?
Y la noche me dijo:
—¡Míralos— Aquí están en mi regazo.
Alcé los ojos y miré… ¡Dios mío!
¡Cómo...
|
Solo, como un espectro por el mundo
iba; cuando me hallaste y me dijiste:
«¡Refúgiate en mis brazos, hombre triste!
Soy tuya!... Soñador meditabundo!»
Y fuiste mía; sin embargo hoy hundo
la frente en la almohada en que pusiste
tu cabecita núbil… y en que...
|
A veces melancólico me hundo
en mi noche de escombros y miserias,
y caigo en un silencio tan profundo
que escucho hasta el latir de mis arterias.
Más aún: oigo el paso de la vida
por la sorda caverna de mi cráneo,
como un rumor de arroyo sin salida, ...
|
Hay una gruta, misteriosa y negra,
donde resbala bajo mustias frondas,
un raudal silencioso que ni alegra
ni fecunda: ¡qué amargas son sus ondas!
Con qué impudor bajo esa gruta helada
mil flores abren su aterido broche…
¡Nunca al beso de luz de la alborada!...
|
Ah, yo soy como tú… también fui río,
me deslicé por sobre blanda arena,
bajo un cielo de bóveda serena,
y recorrí la vega y el plantío!
Más tarde… la fatiga y el hastío
y más que todo la desdicha ajena,
al repletar mi corazón de pena,
me sentí...
|
Y me senté en el carro de la sombra,
presa del más horrendo paroxismo,
y comencé a rodar sobre una alfombra
formada con el cosmos del abismo.
Y abarqué el infinito en una sola
mirada, llena de fulgor intenso…
Y vi del tiempo la gigantë ola
rodar al...
|
Mil veces me engañó; más de mil veces
abrió en mi corazón sangrienta herida;
de los celos la copa desabrida
me hizo beber hasta agotar las heces.
Fue en mi vida, con todas sus dobleces,
la causa de mi angustia -no extinguida-
aunque, ¡pobre de mí! toda la...
|
|
|