A Bogotá

I

Oh mi ciudad querida, hoy tan lejana
y tan inaccesible a mi deseo,
que al evocarte en mi memoria creo
que fuiste un sueño de mi edad temprana!

Te evoco así, como a quimera vana,
y al evocarte, sin cesar te veo
resplandecer bajo el ardor febeo
sobre la gran quietud de la sabana.

Y al pensar que en ti van, hora tras hora,
sucumbiendo los seres que amé tanto
y que la tierra sin cesar devora,

surges bajo la nube de mi llanto,
no como ayer: alegre y tentadora,
sino como un inmenso camposanto.

II

¡Oh mi bella ciudad! Cómo en tu seno
vibró mi ser y aleteó mi rima
cuando en tu corazón hallé la cima
que asalta el rayo y que apostrofa el trueno.

Te poseí bajo tu azul sereno,
entre el halago dulce de tu clima,
y te ofrendé mi juventud opima
con tanto ahínco y con amor tan pleno,

que en las tinieblas de tus noches frías
y hasta en tus más recónditos rincones
deben sonar, cual ecos de otros días:

los sollozos de todas mis canciones,
los estruendos de todas mis orgías
y los gritos de todas mis pasiones!

Collection: 
1887

More from Poet

De noche, bajo el cielo desolado,
pienso en tu amor y pienso en tu abandono,
¡y miro en mi interior deshecho el trono
que te alcé como a un ídolo sagrado!

¡Al ver mi porvenir despedazado
por tu infidelidad, crece mi encono!
Mas, como sé que sufres, te perdono...

Dime: cuando en la noche taciturna,
la frente escondes en tu mano blanca,
y oyes la triste voz de la nocturna
brisa que el polen de la flor arranca;

cuando se fijan tus brillantes ojos
en la plomiza clámide del cielo...
y mustia asoma entre tus labios rojos...

¡Y no temblé al mirarla! El tiempo había
su tez apenas marchitado; hacía
tanto... que ni de lejos la veía...

Vago tinte de aurora su semblante
inundó de repente, en el instante
en que me vio tan cerca... y tan distante!...

Las luchas interiores, no los años...

¡Amad la muerte, amadla!... ella procura
el supremo descanso, ella nos guía
en el camino del silencio, es fría
pero buena… ella mata l‘amargura!

Ella es la maga de la sombra… es pura
y eterna… y todos la llamáis impía!
Por qué? ¿Porque nos besa en l‘agonía...

Melancólica reina pudibunda
que vagas por los ámbitos del cielo
como un místico témpano de hielo
entre la negra oscuridad profunda.

En esta noche en que tu faz circunda
un halo transparente como el velo
de las vírgenes novias, un anhelo,
azul y enorme...