A veces melancólico me hundo
en mi noche de escombros y miserias,
y caigo en un silencio tan profundo
que escucho hasta el latir de mis arterias.
Más aún: oigo el paso de la vida
por la sorda caverna de mi cráneo,
como un rumor de arroyo sin salida,
como un rumor de río subterráneo.
Entonces presa de pavor, y yerto
como un cadáver, mudo y pensativo,
en mi abstracción a descifrar no acierto
si es que dormido estoy o estoy despierto,
si un muerto soy que sueña que está vivo,
o un vivo soy que sueña que está muerto.