•   A Schopenhauer, el huraño,
     le hizo un epitafio barroco
     en un cuento mordaz y extraño
     Maupassant, aprendiz de loco.

      Había muerto el profesor
     avinagrado y pesimista;
     guardaba su tez el livor
     de unos reflejos amatista;

      y en aquella cámara ardiente
     lloraban por el corifeo
     los discípulos del ingente
     filósofo bilioso...

  • Mi carne pesa, y se intimida
    porque su peso fabuloso
    es la cadena estremecida
    de los cuerpos universales
    que se han unido con mi vida.

    Ambar, canela harina y nube
    que en mi carne al tejer sus mimos,
    se eslabonan con el efluvio
    que ata los náufragos racimos
    sobre las crestas del Diluvio.

    Mi alma pesa, y se acongoja
    porque su...

  • Duerme, duerme tu gran sueño denso.

    ¿Recuerdas? Yo sí. Cuando descansabas, pero menos lívida y no con esa mala rigidez, que me entra en el pecho.

    No era, como ahora, negro tu lecho, más liviana era mi alma. No velaban tu reposo esos seis fatales cirios, cuya luz trémula enturbia tus facciones.

    Era el trabajo.

    Trabajo espacioso, ritmado por lenta pluma, que...

  • Ya por el aire navega tu memoria
    y todo viene a mí como fue entonces.
    Oh! sueño, ensueño, tiempo y tiempo
    para siempre y siempre detenido.

    Monstruosamente múltiple
    se alza
    se alzaba el mar sobre los malecones
    mordiendo los costados de la tierra.
    Y tú tuviste miedo, frío, amor tuviste.
    Y amor hubo, miedo, amor, en nuestros corazones.

    ...