Dijo anoche, su canto de muerte
la canción de la tos en tu pecho,
y, al mojarse en las notas rojizas,
mostró flores de sangre el pañuelo.
— ¡Pobrecitas las carnes...
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Dulce hebrea, desclava mi tránsito de arcilla; Regreso del desierto donde he caído mucho; |