• Muere el sol. Los pesqueros sobre sí se repliegan.
    El mar vinoso y áspero yergue su crin bravía.
    Y ellos, graves, indagan la móvil lejanía
    del ponto levantisco... ¡y las barcas no llegan!

    Las cabañas desiertas en la playa aldeana
    demacradas, se agrupan, como salvajes hordas.
    ... ¡Y pensar que zarparon con el sol en las bordas
    cuando sus hebras de oro...

  • Llega un viento salobre. Leve arrebol
    ruboriza las nubes, níveas y puras,
    donde duermen las diosas de albas cinturas.
    Como una lona náutica se anuncia el sol.

    Las olas espumosas, veloz cuadriga,
    se encabritan hinchando sus pechos de oro,
    y hace chasquear el viento, frío y sonoro,
    su látigo flexible como un auriga.

    Resuenan estruendosas las olas...