Silenciosa y eternamente va a nuestro lado,
con paso sin rumor, enigmático y ledo,
grávido de misterios el rostro enmascarado,
seguido del horror, la tiniebla y el miedo.
Pasan las horas dulces en cortejo rosado,
y sonríen. Yo intento sonreír... y no puedo,
porque, al saberme siempre por ella acompañado,
como quien ve un abismo súbitamente quedo....