Semejas esculpida en el más fino
hielo de cumbre sonrojado al beso
del sol, y tienes ánimo travieso,
y eres embriagadora como el vino.
Y mientras: no imitaste al peregrino
que cruza un monte de penoso acceso,
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro...
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¡Feliz, Elpino, el que jamás conoce
otro cielo ni sol que el de su patria!
¡Ay, si ventura tal contar pudiera...!
Tú, empero, partes, y a la dulce patria
tornas... ¡Dado me fuera
tus pisadas seguir! ¡Oh! ¡cuán gozoso
tu triste amigo oyera
el ronco son...
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¿POR qué doblegas la frente
Con tan hondo sentimiento?
¿Por qué mustio, macilento,
Tiene tu rostro el pesar?
¿Por qué, Elvira, tus miradas
Son de duelo y amargura?
¿Por qué, Elvira, sin ventura,
No sabes más que llorar?
¿En dónde está tu sonrisa...
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Desde el suelo fatal de su destierro
tu triste amigo, Emilia deliciosa,
te dirige su voz; su voz que un día
en los campos de Cuba florecientes
virtud, amor y plácida esperanza
cantó felice, de tu bello labio
mereciendo sonrisa aprobadora,
que satisfizo...
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Bella Emilia, perdón; yo te lo ruego
por tu belleza; ¡ah cielos! ¡mi osadía
cuánta disculpa tuvo! ¿Dó se halla
aquel que a tu hermosura indiferente
sin amarte te mira? ¿Quién tu dulce,
tu suave elocuencia escuchar pudo
sin la emoción más viva? ¿Y yo...
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No a tu soberbia y tu codicia sumas
propicio aguardes el favor celeste,
ni breve triunfo conseguir presuntas
que poco esfuerzo a tu valor le cueste;
como; vestida de ligeras plumas,
te le dio un día la cobriza hueste,
de estos mundos antigua moradora, ...
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En vano, con palabras que desmiente
tu porte que alevoso nos maltrata,
tal vez te escucha la peruana gente
Hija llamarla, a tu cariño ingrata.
Que, aunque a nombrarte nuestra tierna madre,
cambiando estilo, tu interés te arrastra,
nombre te damos que mejor te...
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¡O Eva soberbia, quanto bien perdiste!
¡Ó humilde Eva, quanto bien ganaste!
Tú la gracia y la vida nos quitaste:
tú la vida y la gracia nos volviste;
la cólera de Dios tú enardeciste:
la coléra de Dios tú la aplacaste;
tú al hombre de su Dios le dividiste:...
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Cuando miro de noche en el cielo
dos brillantes estrellas unidas,
me figuro que son nuestras almas
refulgentes de amor y alegría.
Pero al ver separarse a una de ellas
señalando una estela divina,
¡ay! me muero al pensar que es tu alma
que se...
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SÁTIRA
No más me culpes de que en ocio inerte
las horas pase de mi inútil vida,
y que, con fin que unísono concierte,
líneas iguales al oído mida;
ni que, llamado a más dichosa suerte,
con que mi rica patria me convida
que nada a nadie liberal...
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