En vano, gran Martín, la Noche fría
vistió tu rostro con su sombra oscura;
mas que la nieve era tu alma pura,
y más clara que sol de mediodía.
Y hoy en la gloria perennal te alegras,
mientras gimen sin tregua en el profundo
mil y mil que tuvieron en el mundo...
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Sobre el remanso azul, agudo acecha
Oro de sol en la corriente boya... |
Ante una calle vil y escueta, Como unas lenguas parlanchinas, |
I |
No nacen los torrentes |
Hoy, con la primavera, |