A Schopenhauer, el huraño,
le hizo un epitafio barroco
en un cuento mordaz y extraño
Maupassant, aprendiz de loco.
Había muerto el profesor
avinagrado y pesimista;
guardaba su tez el livor
de unos reflejos amatista;
y en aquella...
A Schopenhauer, el huraño, Había muerto el profesor y en aquella... |
Mi carne pesa, y se intimida Ambar, canela harina y nube |
Duerme, duerme tu gran sueño denso. ¿Recuerdas? Yo sí. Cuando descansabas, pero menos lívida y no con esa mala rigidez, que me entra en el pecho. No era, como ahora, negro tu lecho, más liviana era mi alma. No velaban tu reposo esos seis fatales cirios, cuya luz trémula enturbia... |
Ya por el aire navega tu memoria Monstruosamente múltiple |